❝ᴘʀᴏᴘᴇʀᴛʏ❞ ||【InkError】

✤ᴏɴᴇ✤

Al haberse conquistado el país por los europeos, fueron clasificados por el color de piel, si eras de piel blanca tenias derechos humanos, si no era así, tu opinión no valía, la piel morena era considerada producto del diablo, demonios convertidos en personas de tez negra, los españoles siendo superiores los convirtieron en sus esclavos, las personas de color no eran más que simples seres que debían obedecer, eran vendidos, subastados, matados; ya sea por simple diversión o lo que ellos consideraban de traición. Eran tratados como animales sin que puedan quejarse, algunos huían de sus amos para conseguir la libertad, pero tristemente no todos lograban huir con vida.
Había una solución para su libertad, y era que su amo firmara su acta de libertad, algunos hombres de piel blanca eran piadosos y le concedían el deseo del moreno, otros se burlaban y castigaban latigando sus cuerpos por tales tonterías.

Una mujer de tez negra estaba siendo abusada por su amo, sabia que si gritaba o pedía ayuda terminaría siendo latigueada por su mismo amo, sus piernas temblaban, su cadera dolía y sentía tanta repulsión por no poder quejarse ni detenerlo, quería terminar con su vida, no tenia esperanzas de ser libre, pero tenia un obstáculo por el cual no se suicidaba y ese era el niño que traía en su vientre.

Las personas blancas disfrutaban de su vida normal, las mujeres eran amas de casa que debían de servirle a sus esposos, los hombres era caballeros que trabajaban y supervisaban a sus esclavos para los quehaceres del hogar o cultivos, la vida de los blancos era fácil.

Pero un niño curioso deseaba saber el porque tanta superioridad, no se sentía superior a los negros que le consideraban su amo, su padre era el amo, no el. Su madre acariciaba su albina cabellera esponjosa, le explicaba que al tener la suficiente edad podría heredar sus riquezas y mandar a tales personas, su padre era un coronel de las fuerzas armadas muy respetado, pero el niño no que quería ser como su padre, el no quería lastimar a las personas que consideraba de chocolate.

—De grande, serás un general respetado al igual que tu padre. ¿Esta bien mi niño?— Su madre acariciaba sus mejillas mientras el estaba recostado en sus piernas dejándose mimar, su querida madre era la única mujer que podría amar, era la única que sí le daba el amor que necesitaba para sonreír e ignorar las cosas malas que veía por parte de su padre.

Como buen niño solo asintió, ambos tenían los mismos ojos de diferente color, tenia los rasgos finos de su madre y no los que su padre quería que heredara, con tan solo seis años su padre lo consideraba enfermo, solo por tener rasgos de mujer, quería llevarlo con los mejores doctores, pero era detenido por su mujer que gritaba "Tan solo es un niño." Pero su padre se negaba a ser el hazme reír de los demás por tener un hijo defectuoso por lo que regresaba pocas veces a su hogar o a horas muy tardes, su madre nunca se dejo ver afectada, su niño era lo más importante para ella.

—Padre no me quiere. ¿Verdad?— Preguntaba el pequeño albino mientras disfrutaba estar entre las flores con su madre, el día estaba tan agradable que su madre propuso pasarla afuera y disfrutar del aire libre.

Su madre al escuchar eso negó. —Eso no es cierto, él te ama, solo que no le gusta expresarlo.— Se acerco a su niño y tomo sus pequeñas y suaves manos, tan delicados y delgados como los suyos. —Tu eres el heredero. . .fruto de nuestro amor. . .y serás un hombre aceptado y respetado, todo esto.— Alzo un poco su voz para que con su brazo señalara toda la hacienda que era su hogar. —Todo, será tuyo en un futuro, no existe persona que tenga lo que es tuyo.—

Ser el dueño de todo eso le daba un poco de miedo, tener tantas responsabilidades se veía agotador, pero no quería defraudar a su amada madre y solo la abrazo, el cariño de su madre era suficiente para ser lo que ella quería que fuera, la única que apoyaba también su pequeño sueño.

Ambas razas eran distintas, pero los sentimientos eran los mismos.