Ya han pasado 7 meses desde que Road desapareció y ayudó a Allen a huir de la Congregación, pero varios problemas se le han presentado con el paso del tiempo.
Por otra parte, Allen echa de menos a aquella chica que aprovechaba cada momento para deci...
La afición de hacer reír y felíz a las personas siempre fue el trabajo de Mana, el que Allen siempre admiró.
Estar en Londres despertaba ese deseo, varios meses la pasaron ahí, tenían una casa, la arreglaron entre los dos e investigaban en dónde podría trabajar como lo que le gustaba, sin embargo, nadie lo aceptaba.
Se repetía la historia, algunos que porque ya estaban con la cantidad correcta, otros que se irían ya del país a otro, algunos que no querían y unos porque su brazo era raro, desconcertando bastante al chico.
A pesar de todo jamás se rindió, y Road tampoco, los dos siempre miraban y buscaban la manera de encontrar lo que querían.
Habían varias veces en los que le tocaba combatir contra los akumas y recibir alguna que otra orden de la Congregación. Era feliz con eso, pero quería seguir intentando en las grandes y llamativas carpas cirqueras.
Los días pasaban, nadie lo quería, comenzaba a preocuparse, tal vez Londres no era un buen lugar pero Road cambiaría esa manera de pensar.
Un día de descanso se levantaron y desayunaron tranquilamente en silencio, antes de terminar ella se levantó y se acercó a chico.
- Quiero que veas algo - dijo y tomó su rostro
- Es una sorpresa, así que...no debes ver - sacó un listón algo largo
Allen sonrió y estuvo de acuerdo, dejándose vendar los ojos para luego ser guiado por Road hasta donde quería llegar.
- ¿Es muy lejos? - preguntó
- Tú sólo camina, te gustará - respondió ella con una sonrisa ligera
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Hubo un momento en el que se detuvo, se colocó tras él y retiró el vendaje, permitiendo que visualizara su al rededor y admirar su rostro completamente asombrado.
- Road...esto -
- Es una sorpresa, un regalo que pensé hace unos pocos meses y bueno, logré tenerlo listo, ¿Te gusta? - preguntó sonriendo
El chico sonrió algo incrédulo y se acercó un poco, era demasiado grande.
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- Es genial, ¡Gracias! - dijo y la abrazó nuevamente con fuerza y alegría
Entraron y las instalaciones eran casi nuevas, poco a poco algunos trabajadores fueron integrándose en el nuevo circo.
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- ¿Te gusta el nombre? - preguntó el albino antes de colocarlo en un costado de la entrada.
- Es bastante lindo - Respondió besando su mejilla
Lo colocaron y dieron la bienvenida oficial tanto a los trabajadores como al propio circo. Haciéndolo crecer y crecer, siguiendo sus sentimientos y confiando en el destino.
El camino se solidificaba cada vez más y con más fuerza, compartiéndolo y esperando los siguientes días para seguir caminando hacia adelante.
La espera en el llegar pronto terminaría.
Fin
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