Capítulo 39

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Connor dormía en su cuna tranquilamente mientras su padre y yo lo admirabamos de cerca, se veía tan pacífico que parecía que todo el mundo se hubiese detenido en ese momento, solo para verlo dormir. 

-¿está mal que quiera quedarme aquí para siempre?- contempló mientras no apartaba la mirada de su hijo

-sólo estamos a unos pasos de distancia, él va estar bien-le asegure

Dejamos la habitación de Connor y fuimos a la nuestra, después de los últimos días en el hospital con todo el mundo alrededor de nosotros necesitaba tiempo para hablar. 

-aún no puedo creer que estés aquí-lo abrace- después de todo lo que me dijeron… 

Comencé a llorar 

-shh… Esta bien nena, no voy a irme, nunca más. 

-¿qué?-lo mire sorprendida- pero dijiste que el ejército era tu vida. 

-tu eres mi vida, mi hijo y tu-me miro a los ojos- no voy hacerte pasar por esto de nuevo. Ya le di a mi país todo lo que podía darle, ahora es mi turno de vivir y darles a ti y a Connor toda mi atención y dedicación. 

-Craig…-me abrace más a él-te amo y nunca más quiero pensar que te he perdido. 

-también te amo nena. 

Craig paso los siguientes días contándome sobre lo que había sucedido, cuando derribaron el helicóptero algunos saltaron antes de que se estrellara, Bruce y otro soldado, Nathan, fueron los que sobrevivieron aparte de él, quien tuvo un golpe muy fuerte en la pierna. Vagaron durante un tiempo buscando ayuda porque no tenían como comunicarse con la base, llegaron a un pequeño pueblo y fue ahi cuando una guerrilla los tomó de rehenes durante varios meses. Nadie sabía de ellos porque los creían muertos, lograron escapar y otra gente en contra de la guerra los acogió, pudieron curar sus heridas y recomponerse antes de poder encontrar una forma de contactar con la base. Los rescataron junto con algunos otros rehenes de una zona cercana, ni bien llegó a la base le dieron mis cartas, para mi suerte leyó la última primero y fue cuando supo de mi embarazo, asique encontró la forma de regresar lo más rápido posible a casa. 
El primer día que me habló sobre lo sucedido me mostró las cicatrices de su hermoso cuerpo, era bastante obvio que había perdido peso pero nada de eso importaba para mí. 

-¿aún sigo siendo tu hombre ideal?-me pregunto a mitad de la noche

-aún eres el hombre de mis sueños-le sonrei- te amo por dentro y por fuera. Y si pudiera demostrártelo lo haría, pero tenemos que esperar 40 odiosos días. 

-¿no te importan las cicatrices? 

-¿a ti te importan las mías?-me mostre las estrías en mi vientre

-no nena, sigue siendo la mujer más hermosa para mi. 

-tu tienes tus heridas de guerra, una que cuentan tu historia y yo tengo las mías. Amo mis estrías y amo tus cicatrices, sigues siendo Craig con o sin ellas. 

Con el paso de los días y luego de los tediosos trámites burocráticos para ser de nuevo un ciudadano norteamericano, la vida volvió a ser dulce. Craig se tomó su tiempo para entrenar a Zuko y descansar, muchas veces lo encontraba mirando en silencio por la ventana a los niños que jugaban por la cuadra, otras veces estaba sentado en la mecedora con Connor en sus brazos mientras le contaba la historia de cómo nos conocimos, y miles de veces me abrazo mientras amamantaba a nuestro hijo, en silencio, en pura paz. Se que pensaba mucho en lo que pasó, sobre todo luego de enterarse lo que sucedió con Valerie, se sentía culpable por no estar ahí pero le haría entender que a veces la vida es así y que nada era su culpa. No tenía que castigarse por ello cuando estaba fuera de sus manos. 
Connor cumplió su primer mes y cada día se parecía más y más a su padre, mi pequeño iba a romper muchos corazones en su adolescencia, el primero sería el mío cuando trajera su primer novia a casa. 
La doctora me dio el visto bueno unos días después y Dios… Creí que ese día no llegaría jamás. Connor nos traía locos con sus llantos de medianoche pero aun así encontramos nuestro momento para amarnos. Ser padres era exhaustivo pero siempre encontrábamos un momento para nosotros, la llama de nuestro amor seguía tan ardiente como el primer día. 
Cuando Connor cumplió tres meses lo bautizamos, Hanna y Spencer fueron sus padrinos, hicimos una gran celebración. Mis padres nos visitaban seguido, papá estaba planeando seriamente en mudarse para estar más cerca de su nieto. 
Haley y Trent tuvieron una niña, Craig y yo fuimos sus padrinos. 
La vida seguía siendo hermosa cuando Connor cumplió 9 meses y nos dimos cuenta de que estaba embarazada de nuevo, Craig estaba emocionado, era una segunda oportunidad para vivir el crecimiento este nuevo bebé. 
Regrese a mi trabajo en la escuela y mientras buscaba un libro nuevo para mi clase se me ocurrió la idea de escribir el mío propio, una novela llena de amor, una donde contara mi historia e inspirara a las mujeres como yo a amarse y abrirse al amor. Fue un gran éxito y en poco tiempo me convertí en una mujer exitosa, en una madre dedicada y una esposa amorosa. ¿Lo mejor de todo? Había perdido diez kilos luego del nacimiento de Connor, aunque estaba embarazada de nuevo aún se notaba mi gran cambio. Pero nada tenía que ver con la estética, mi esposo siempre me amo como era y me ayudo amarme a mi misma, fue algo que sucedió sin esperarmelo y fue bienvenido, ayudo mucho a mi salud. 
Nuestra pequeña Faith llegó a nuestras vidas para renovar nuestra fe y esperanza sobre la vida, Connor estaba muy feliz de convertirse en hermano mayor y Craig ya estaba enseñándole como protegerla de los chicos. 
Lo teníamos todo, ¿sería entonces en final? No lo creo, era solo el comienzo de nuestra gran vida juntos, de como vivimos nuestro amor inquebrantable. 

Unswerving (Serie Hard Hearts) libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora