Hasta ahora.

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Alicia volvió a dejarme sola por un largo periodo de tiempo, ya no sabía si era de día, de noche...
A- Antes me has dicho si a mi marido le daba asco acostarse conmigo y no te he contestao. Pues no, no le daba asco, jm... porque no era una hija de puta. Pero ahora sí lo soy. Y sí, lo hacíamos, en todas partes, con una creatividad fascinante... imagino que tú y el profesor seréis más de un polvo cada treinta días... ¿no? Posición del misionero... eso sí, con mil millones. Yo tampoco te daba asco a ti, o ya no te acuerdas de aquellas noches hace tantos años, cuando Alberto se iba a beber y te dejaba sola toda la noche e incluso días... ¿te acuerdas cómo me llamabas? "Ali... Ali..."

Flashback

Viernes noche y Alberto ha vuelto a irse con sus amigos, me quedo sola abrazada a mis rodillas en una esquina del salón. Sin dudarlo cojo el teléfono.
A- Dile Raquel.
Yo- Alicia hemos discutido... se ha ido, no sé cuándo va a volver, ni si va a volver.
A- Tranquila, ven a mi casa y me cuentas lo que ha pasado, así no estás sola. -colgué el teléfono, cogí mi coche y conduje hasta casa de Alicia.

Esta me esperaba apoyada en el marco de la puerta. Corrí a abrazarla nada más verla rompiendo en llanto en sus brazos.
A- Pasa, ¿qué ha pasado? -dijo sentándonos en el sofá.
Yo- Lo de siempre, discusiones cada vez más fuertes, y se marchó. Normalmente se encierra en algún cuarto o no me habla, pero se ha marchado.
A- Raquel es un cabron, no te merece.
Yo- Ya... pero le quiero.
A- Sí, pero tienes que quererte más a ti. -Alicia siempre estaba ahí, era mi refugio en la tormenta. Apartó un mechón de mi cara y sostuvo mi mentón.- Tienes que quererte a ti por encima de él. -me perdí en sus ojos, cualquiera lo haría, era una mujer perfecta. Sin pensar en mis actos me precipité a su boca y mi sorpresa fue mayor cuando ella no se apartó.
La temperatura subió acorde a la guerra de besos y antes de que me diera cuenta estaba sobre ella. Quité su camisa y besé sus pechos por encima de su sujetador, ella gimió de placer pese a que aún no había tocado su zona íntima. Quité su sujetador y di pequeños mordiscos a sus pechos, ella quitó también mi camisa y mi sujetador, me pegó a ella haciendo que nuestros pechos se rozaran, cosa que hizo que la temperatura subiera aún más.
Bajé su pantalón y acaricié sus labios inferiores por encima de la tela, dejé besos desde su pelvis hasta su ombligo mientras ella quitó rápidamente mi pantalón y acarició mi pelvis. Besé sus clavículas y su abdomen, ella introdujo sus dedos en mí y los movía en círculos mientras yo también introducía los míos en ella, aumentamos la velocidad mientras gemíamos una en la boca de la otra, llevando un compás perfecto que nos hizo llegar a las dos al éxtasis rápidamente. Nos miramos agotadas y asombradas por lo que acababa de pasar.
Esa noche dormimos juntas, abrazadas. Y a partir de ese día, en la intimidad ella era mía y yo era suya.

Nadie lo sabía, yo no me atrevía a dejar a Alberto, pero pasé todas sus ausencias con Alicia, nos quisimos tanto que no pudimos llevar una relación a medias, Alicia no quería seguir siendo la segunda opción, ella en mi vida era la primera, pero ella no lo veía así y cuando nació Paula todo cambió. Nos separamos para pesar de las dos, y no volvimos a vernos en mucho tiempo. Hasta ahora.

Fin del flashback.

Yo- Te está corroyendo todo ese veneno que llevas dentro, Alicia. Se te nota hasta en la cara.
A- ¿Qué le pasa a mi cara? -dijo sacando el móvil y mirándose.
Yo- Que es una caricatura de ti, todo el rato con el sexo ¿pero qué te pasa? ¿Son las hormonas? No sé, descárgate una aplicación, hay millones de pervertidos intentando follarse a una embarazada.
A- Yo soy más de ir conociendo a la persona, sabes no me voy con el primer gafa pasta que pase por ahí, me da su teléfono y me dice: eh guapa, porque no te vienes a mi almacén a probar mi sidra que la tengo muy rica...
Yo- ¿sabes lo que te pasa?
A- Dime.
Yo- Que si se te cae la careta te vienes abajo. Estás en peligro de derrumbe y lo entiendo. -Ella me cogió del pelo y me acercó a su cara.
A- La de la careta no soy yo. -me soltó empujándome hacia mi silla.- A ver, antes teníamos un trato. Tú estabas al teléfono y te echaste atrás. ¿Qué pasó?
Yo- Que te he hecho perder el tiempo mientras me interrogabas, que he estado fingiendo que me erosionadas poco a poco y al final me derrumbaba y mientras tanto él ha roto vuestro cerco y ha huido, se llama maniobra de distracción. Y ha funcionado. -Ella se rió y me miró con picardía.
A- ¿sabes lo que creo yo? Que tú pastorcito de alguna manera ha llegado a tiempo. Voy a averiguarlo. Venga. -se levantó y antes de que saliera tomé su mano. Fue un gesto por instinto, realmente no sabía por qué lo había hecho. Pero fue suficiente para que volviera a sentarse.

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