La belleza en la tormenta.

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R- Es muy elocuente. -dijo con una sonrisa.- ¿tú crees que podríamos? Digo... ser una familia los cuatro. -yo suspiré profundamente.

Raquel's POV:

Sabía que su respuesta podría no ser la que esperaba y que podría tirarme el corazón al suelo, pero necesitaba saberlo, necesitaba que Alicia me fuera completamente sincera.

Su silencio empezaba a durar demasiado y yo siempre he sido fiel creyente de que un silencio vale más que mil palabras.
Me iba a levantar del sofá en el que estábamos cuando tomó mi mano haciendo que volviera a sentarme.
A- ¿de verdad quieres intentarlo?
Yo- ¿me lo estás diciendo en serio Alicia? -dije con risa nerviosa.- Joder tía, lo quiero todo contigo. Te quiero, te quiero tanto que no sé qué haría sin ti... nunca pude olvidarte, traté de sentir con otros lo que sentí contigo y fue en vano... me pasé noches en cabinas telefónicas llamado a tu casa, pero ya no estabas... Cuando le separé de Alberto definitivamente, fuí a buscarte.
Te habías mudado... esa noche era lluviosa y la pasé recorriendo las calles de Madrid. Pero tú no estabas, todos nuestros rincones sabían distintos sin ti. Todo estaba mal... si hubiera reunido antes el coraje me hubiera pasado el resto de mis días abrazada a ti. -Ella me miró con esa mirada Ena suya, tan llena de sentimientos indescifrables.
A- ¿me buscaste? Creí que lo mejor era que nos separásemos...
Yo- Y yo, pero fue un error... el mayor error de mi vida. -Ella apoyó su cabeza en mi hombro y se pegó más a mí, abrazando mi cintura.
A- Te quiero Raquel... desde aquel primer día que nos sentaron juntas en la academia... cuando Tamayo me dijo que tendría que interrogarte... que incluso torturarte... me rompió. Durante esos días traté de ponerme una coraza, de tratarte mal e intentar autoconvencerme de que te odiaba, de que no quedaba nada entre nosotras... jamás pensé en volver a verte. Y menos ahí, indefensa y recluida en una carpa de mierda... -sus palabras me habían dejado helada.

Nunca había visto ese lado tierno y vulnerable de Alicia, jamás. Ni si quiera cuando éramos unas crías. Siempre había sido muy cerrada con sus sentimientos... tenerla aquí, abrazada a mí y abriéndose de esa manera me demostraba que era sincero todo lo que estaba pasando. Me recordó a una noche de tormenta.
Alberto me había dejado sola de nuevo y me fuí a casa de Alicia, aún no había nacido Paula, ni si quiera pensaba en quedarme embarazada en esa época.

Flashback:

Alberto había salido, seguramente no llegará esa noche. Habíamos discutido y se marchó.
Decidí llamar por teléfono a Alicia e ir a su casa.
Yo- Ali, ¿estás en casa?
A- Sí, ¿quieres que ponga pizzas al horno?
Yo- Sí, estoy en quince. -cogí un chubasquero y corrí hasta casa de Alicia, no estaba demasiado lejos, a unas manzanas.

Toqué en su puerta y ella no tardó en recibirme.
A- ¡Pero estás empapada!
Yo- Ya sabes cómo se pone Alberto si cojo el coche de noche.
A- ¿tú sabes lo peligroso que es salir con este tiempo?
Yo- quería verte.
A- Pasa anda, y dúchate que te vas a resfriar. Coge algo de ropa mía, ya sabes dónde está. -obedecí, me di una ducha rápida y me puse una de sus sudaderas hasta las rodillas, amaba cogerle esa sudadera negra con el dibujo de un lobo en su parte delantera.
Yo- Ya estoy. -dije entrando a la cocina.
A- Las pizzas ya están, siempre me coges la misma sudadera, te la voy a regalar a este paso...
Yo- No, si me la regalas le quitarías la gracia.
A- ¿la gracia es cogérmela?
Yo- Exacto. Vamos. -cogí las pizzas y nos dirigimos al salón, para comerlas viendo una peli. Era el plan perfecto, con la persona perfecta.

A mitad de la peli se vió un rayo que ilumino todo el salón. Al parecer la tormenta había empeorado.
Me sobresalté pegándome más a Alicia.
Esta rió ante mi miedo.
Yo- Pero no te rías.
A- Jajajajaja, tendrías que haber visto como saltaste.
Yo- No me gustan las tormentas.
A- Pues a mí me encantan, creo que abarcan una incomprensible belleza. Una que solo captan algunas personas... es la belleza del caso, de la destrucción desde una manera tan pura como es la naturaleza.
Yo- Pues yo las veo destructivas y peligrosas.
A- Pues yo soy un huracán...
Yo- pero este huracán sí que me encanta. -sin decir más me precipité a sus labios en un beso que ella siguió.
No tardamos en despojarnos de la ropa, pero no teníamos prisa, disfrutábamos de cada uno de los rincones de cada una. De conocernos y aprendernos todos nuestros lunares.
Besé el abdomen de Alicia haciendo que se estremeciera, continué bajando hasta besar su entrada. Ella se aferró con las uñas a aquel sofá. Yo introduje mi lengua haciendo que ella tratara de contener los gemidos.
Cuando me pidió más introduje dos de mis dedos y mi lengua pasó a jugar con su clítoris. Aumenté la velocidad poco a poco hasta que no podía más y llegó al orgasmo, con un gemido que no dejó lugar a dudas.
Se recompuso unos segundos y me giró dejándome debajo de ella. Mordió mi cuello y el lóbulo de mi oreja mientras con sus dedos acariciaba mi clítoris.
Dejó besos húmedos desde mi boca hasta mis pechos y sus dedos pasaron de acariciar mi clítoris a introducirse en mi vagina.
Con su pulgar masajeaba circularmente mi clítoris mientras movía rápidamente dos de sus dedos dentro de mí.
Cuando sentí que iba a llegar solté un gemido que bastó para que aumentara a velocidad, haciendo que llegara al éxtasis rápidamente.
Sacó sus dedos de mí y volvió a besarme para después recostarse sobre mi pecho.
Le abracé y dormimos en ese sofá, con el sonido de los truenos y la fuerte lluvia de fondo.

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