Su tacto.

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Ella me miró con la soberbia de siempre.
A- Déjalo estar Raquel... tú estás con Sergio.
Yo- No, déjalo estar no Alicia. Si no te importara no hubieras venido. Joder Ali... He hablado con él, no le quiero, es decir, le quiero por supuesto que le quiero pero no como a ti. -sin poder evitarlo la besé, era el beso que esperaba desde el primer día que volvimos a vernos. Nos separamos por la falta de aire unos miramos unos segundos.
A- Joder Raquel, me metes en unas movidas.
Yo- entonces ¿te quedas?
A- Quiero un porcentaje y cuando me harte de esto me voy.
Yo- Hecho. No te vas a querer ir.
A- Lo que tú digas. ¿Qué tengo que hacer?
Yo- Esperar a mañana y hablar con el profesor, Atenas...
A- Por dios que bastada. No me llames así. -dijo riendo.
Yo- Si te queda bien. -acaricié un mechón de pelo que se le había salido de la coleta.
A- ¿Está contento tu novio de tenerme aquí?
Yo- No es mi novio ahora... le quiero pero como a un amigo... como a Ángel.
A- ¿Y por qué has dejado a tu pelele?
Yo- Porque te quiero a ti.
A- Ajá.
Yo- No te lo creas si no quieres, es la verdad. He hablado con él.
A- Sí, seguro que se toma súper bien. ¿Cómo llegaste a salir con él? Te menosprecia, no te valora... una joyita.
Yo- Sí que me valora, pero...
A- Se nota... "se ha hecho tu amiga porque eres el punto débil" No te quiere, Raquel.
Yo- Es complicado. Pero eso da igual, yo ya he hablado con él, Alicia te quiero a ti.
A- No es tan fácil.
Yo- Sí lo es... solo que tienes miedo. No quiero pedirte que me jures amor eterno, solo que estemos como antes.
A- Ha pasado mucho tiempo de eso, Raquel...
Yo- Eso no quiere decir que me hayas olvidado.
A- Necesito descansar.
Yo- Ahí está la cama, no es una suit presidencial pero nos apañaremos.
A- ¿nos?
Yo- Ahora somos compañeras de piso.
A- Fantástico...
Yo- Te quejarás...
A- Entonces... ¿no empiezo hasta mañana?
Yo- No, mañana se lo decimos a los chicos. -estaba bastante nerviosa, no sabía cómo iban a reaccionar los demás.- Pero bueno ahora descansa. Tienes que estar agotada. -salí de ahí y me senté fuera de la furgoneta.

Había venido, y eso tenía que significar algo, le importaba. Un poco al menos.
Estuve un gran rato sentada dejando que el aire frío acariciara mi piel. Entré a la furgoneta de Sergio y este estaba muy concentrado.
Yo- ¿Podemos hablar?
M- ales dejó solos.
Yo- Gracias Marsella. -Marsella salió con Sofía, su hurón. Y yo me quedé dentro.
S- ¿qué quieres? -dijo girándose.
Yo- Lo siento, lo siento mucho. No quería volver a ver a Alicia, Sergio. No quería pero volvió...
S- ¿y por eso la traes aquí? Creía que me querrías.
Yo- yo también lo creía y te quiero. Pero no se esa manera, Sergio.
S- Alicia no es tu amiga. A ella ni si quiera le importas. Está ahí y en cuanto te despiertes te va a joder, nos va a joder a todos.
Yo- Alicia no va a joder a nadie. Deja el rencor a un lado, con ella la banda sería indestructible.
M- En eso tiene razón.
S- ¿Qué quieres Marsella?
M- Atenas es una de las mejores, con ella ganaríamos mucho.
S- No la llames así, no es de los nuestros.
Yo- Yo voto por que sí.
M- Y yo.
S- ¿Os vais a poner en mi contra?
M- Profesor piénselo. Es una gran oportunidad...
S- Está bien, si nos jode es vuestra culpa, hablad vosotros con los chicos. -dijo pasándome un pinganillo.
Yo- ¿ahora?
S- Está Tokio al otro lado. -tomé una gran bocanada de aire y me preparé para lo que venía.

Cogí el pinganillo y escuché la voz de Tokio.
Yo- Tokio, soy Lisboa.
T- Lisboa, ¿estás bien?
Yo- Necesito que os reunáis todos tengo que deciros algo altamente confidencial. Reúne a Denver, Estocolmo y los demás.
T- Dame un segundo. -tras unos minutos volví a escuchar.
R- Lisboa, soy Río, ya estamos todos.
Yo- Temo que no sé cómo os tomareis esto, pero hay un nuevo miembro en el equipo. -se formó un silencio en el que solo se escuchaban murmullos.- Por favor os pido que no pongáis el grito en el cuello cuando sepáis quién es y por favor confiéis en mí.
D- ¿por qué tanto misterio? Ni que hubieras metido a la torturadora Sierra. -soltó una carcajada que resonó a través del pinganillo e hizo que los que estaban con él también rieran. Sergio, Marsella y yo nos miramos en silencio.
T- Venga ¿quién es Lisboa? -me quedé en silencio sin saber cómo decírselo- Lisboa no me jodas...
Yo- Por favor todo tiene explicación.
T- ¡¿Has metido a esa tía?!
Yo- Por favor, no gritéis. No quiero que se enteren los rehenes ni nadie más. Solo va a ayudarnos.
T- Ni de coña.
Yo- Tokio, confía en mí.
T- ¡Casi mata a Río! ¡De ser por ella estaríamos todos muertos!
Yo- Tokio, cálmate.
D- Lisboa, ¿estás segura?
T- ¿Donde coño está el profesor? Él jamás aprobaría esto. ¡Jamás!
E- Lisboa, esto es muy fuerte.
Yo- Estocolmo... de verdad tenéis que confiar en mí.
R- Lisboa, no es que no confíe en ti. Pero esa tía no me mató de milagro.
Yo- Ha cambiado... todos hemos cambiado. Joder ella también merece otra oportunidad.
T- ¿para qué? ¿Para destruirnos?
Yo- Yo doy la cara por ella. A partir de ahora nos referiremos a ella como Atenas.
T- Genial... -dijo con notoria ironía.
Yo- Os paso con el profesor. -le devolví el pinganillo y salí de la furgo. Entré una cosa y otra se había hecho de noche.

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