Sorpresa.

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Me desperté sin haber dormido demasiado, los rayos de sol bañaban a habitación, había estado gran parte de la noche pensando, quería casarme con Raquel, no sabía si ella lo recordaba pero cuando estuvo a punto de morir, prometí que si despertaba me casaría con ella e iba a hacerlo. Quería pasar todos los días de mi vida con ello.

Me senté en la cama para observarla, estaba tan bonita dormida y ausente del mundo exterior, podría pasar la vida mirándola.
Poco a poco entreabrió los ojos y me dedicó una sonrisa.
Yo- Buenos días.
R- Buenos días. -le dejé un corto beso y le sonreí.- ¿cómo has dormido?
Yo- Bien, ¿y tú?
R- De maravilla... sabes... no te lo dije pero realmente creí que iba a morirme. De hecho cuando desperté no me creía que estuviera viva. Fue todo tan rápido y...
Yo- Tranquila, lo que importa es que ahora estás bien.
R- Gracias por no dudar Alicia, por volar a París al instante... Jose me lo contó.
Yo- Podemos estar cabreadas, pero no voy a dejarte sola.
R- Tengamos un hijo.
Yo- ¿cómo?
R- Sí, traigamos a un pequeño al mundo las dos.
Yo- Raquel, Ibiza aún no tiene un año, y tenemos a Paula... además, ¿tú sabes cómo funciona la reproducción no? Dos mujeres...
R- Eres idiota. -dijo riendo.- Un ovulo tuyo y mi aparato reproductor, he estado informándome, he tenido mucho tiempo libre.
Yo- Pero tú estuviste muy débil, no quiero ponerte en riesgo Raquel...
R- Alicia no te estoy diciendo que sea ya, pero por ir informándonos, tú ¿lo tendrías? -me quedé en silencio durante unos segundos y noté como Raquel se desesperaba- Alicia...
Yo- Espera espera, un poquito de suspense. -dije riendo.- claro que lo tendría.
R- Eres tonta tía creía que me ibas a decir que no.
Yo- Si ya tenemos dos qué más da uno más.
R- O dos...
Yo- No te pases...
R- Era broma, uno sería perfecto.
Yo- Tendremos tiempo, primero tienes que estar fuerte del todo, si te pasa algo me muero. -pasamos el día con los niños, habíamos estado mucho sin verlos.

No volvimos a tocar el tema en la siguiente semana, los chicos se habían ido y solo estábamos Mariví, los niños, Raquel y yo.
Estuve mirando anillos de compromiso, si iba a pedírselo lo haría bien, opté por una joya de oro blanco con un diamante en el centro. Era bonita y delicada.
La guardé en una cajita y comencé a preparar el resto. ¿Quién me lo iba a decir a mí? Yo, Alicia Sierra preparando la pedida de mano de Raquel. Una historia digna de contar a nuestros nietos.
Decidí que lo haría en la playa, Raquel siempre había sido muy pegada al mar. Tampoco iba a complicarme demasiado, un paseo, un par de palabras... el romanticismo no era lo mío pero intentaría hacerlo bonito.
Esa misma tarde hablé con Mariví para que se quedara por la noche con los niños.

No tardó en caer la luna, había calculado un poco para que hubiera luna llena y se reflejara en ese paseo australiano iluminado por farolillos.
Yo- ¿te apetece dar un paseo?
R- ¿a esta hora?
Yo- Sí. Venga vístete y vamos.
R- em... Vale. -Raquel se puso un vestido suelto que le quedaba de maravilla.- Vamos. -estuvimos un largo rato paseando. La noche estaba preciosa, la luna se reflejaba en los ojos oscuros de Raquel, era algo digno de ver.
Caminamos hasta una zona alejada de la playa y nos sentamos un rato a contemplar el horizonte. Me sudaban las manos y estaba nerviosa, pero traté de guardar mis nervios.
R- ¿estás bien? Llevas todo el día rara...
Yo- Sí, no... Raquel, sabes que hemos pasado muchas cosas juntas... que la hemos cagado mucho también...
R- Alicia... me estás asustando.
Yo- Pero aunque nos hemos odiado en ocasiones, el destino no ha querido separarnos, nos ha demostrado que estamos hecha para la otra, que somos piezas de un puzzle que encaja a la perfección.
Ya sabes que el romanticismo no es lo mío, lo que te quiero decir, Raquel... es que quiero que sigamos juntas toda la vida. -saqué de mi bolsillo la pequeña cajita mostrándole el anillo.- ¿qué me dices? -Ella estaba paralizada, le había sorprendido mucho la propuesta y antes de darme cuenta tenía sus labios sobre los míos.
Nos separamos por la falta de aire y nos sostuvimos la mirada unos segundos.
Yo- ¿eso es un sí?
R- Por supuesto que es un sí. Te quiero Alicia, te quiero más que a nada. -ambas sonreímos sinceras y Raquel volvió a besarme- ¡Píllame si puedes! -dijo corriendo al agua, no lo pensé y quedando en ropa interior corrí tras ella.

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