Pasado.

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Tras unos minutos mirando mi pantalla noté unas manos en mis hombros. Vi el reflejo de Alberto en la pantalla y mi cuerpo comenzó a temblar.
Alb- ¿No contenta con secuestrar a mi hija ahora nos quieres joder a todos?
Yo- Yo no he secuestrado a nadie. -dije sin girarme tratando de parecer serena. Noté como de repente me apretó fuertemente del cuello.
Alb- Te voy a joder, te juro que te vas a acordar de mí.
A- De ti y de tus bocadillos de chorizo. ¿No deberías de estar examinando algo? Fuera.
Alb- No te metas Sierra.
A- ¿Me vas a obligar a ponerme a malas? Uf con el buen humor que yo traía... ¿quieres que te lo diga en mandarín? Que te pires. -dijo ahora mucho más seria y amenazante, él me soltó de mala gana y se fue, yo miré a Alicia, la cual simplemente me observaba.
Yo- Gracias.
A- A ver cuando sacas los cojones. -tras decir eso se giró e hizo un gesto para que la siguiera a la carpa donde había estado los días anteriores.- Tienes que quedarte aquí. Si alguien consigue entrar tienen que creer que te tenemos "secuestrada"
Yo- Vale.
A- Ahora te paso unos informes, no salgas. -Alicia me pasó unas cosas para que las revisara y les facilitara cierta información.

Volvía a estar dentro, pero no del todo. Tamayo no confiaba en mí, simplemente intentaba complacer a Alicia, en el fondo todos sabíamos que le tenía ganas, aunque se esforzara en ocultarlo. Aunque a ella no se la veía absolutamente nada interesada en él.
Alberto me tenía en el punto de mira, Antoñanzas estaba jodido también. Ángel era mi único amigo ahí, estaba muy contento de que volviera con ellos.
Era como un hermano.

Ese día pasó tranquilo y sin novedades, Sergio no intentó contactar conmigo, las cosas dentro del banco de España se sabían a medias. Gandía estaba jodiendo a la banda, había secuestrado a Tokio.
Estaban jodidos y yo los hundía más y más... Me sentía mal, Estocolmo, Nairobi, Tokio y yo nos habíamos unido como hermanas. Fueron mis amigas, mi familia. Y las iba a joder.
Era una mierda, todo por un supuesto amor que estoy demostrando no haber sentido.
Tokio me lo dijo, que los iba a joder y le dije que no. Y ahora aquí estaba.

A- Nos vamos.
Yo- ¿Ya?
A- Son las once de la noche. ¿Quieres dormir aquí?
Yo- No, no me había dado cuenta. -subimos a su coche y fuimos hasta su casa.
A- Hola comisario. ¿Cómo ha ido tu día? Seguro que mejor que el mío. -me quedé mirando como hablaba con su gato sin darme cuenta de lo que pasaba al rededor. -Raquel... Raquel...
Yo- Dime.
A- Que si quieres cenar.
Yo- Sí, sí, yo cocino no te preocupes. Ve a ducharte debes de estar agotada. -me miró muy extrañada y se metió en el baño. Rebusqué por la cocina hasta que obté por hacer una pasta con salsa de queso, siempre la hacíamos antes... Que época aquella, donde la vida era otra. Las preocupaciones eran otras.

Terminé la comida y ella salió de del baño con una camisa holgada y un pantalón de chándal.
Se sentó frente a mí en la mesa y me miró. Estábamos algo tensas, habíamos evitado cualquier trato cordial, no hablábamos demasiado y mucho menos comíamos juntas y de repente estábamos cenando juntas, otra vez.
Ella dió el primer bocado en silencio y se quedó paralizada, también lo recordaba.
A- Está muy bueno. -dijo mientras comía otro bocado.
Yo- Gracias. No he perdido la práctica. -lo dije para picarla, par sacar tema o para ver su reacción.
A- Ya veo... -estuvimos comiendo en silencio hasta terminar.
Yo- Gracias por defenderme con Alberto, me va a joder, Alicia.
A- ¿Y qué quieres que yo haga?
Yo- Nada, da igual. No te vayas aun a dormir que he cogido unos donuts de las carpas. -dije recogiendo los platos y entrando a la cocina con ellas
A- No hace falta que recojas.
Yo- Da igual. -le di un plato con unos donuts y comimos uno cada una.
A- ¿a qué juegas, Raquel? -dijo repentinamente.
Yo- ¿Yo? A nada Alicia. -Ella me miró achicando los ojos.- ¿qué estoy haciendo? He traicionado a los chicos, he traicionado a Sergio y ¿sabes qué es lo peor? Que me lo dijeron, me dijeron que no se fiaban de mí, que los iba a joder vivos. Y aquí estoy.
A- Te estas arrepintiendo. -yo la miré con los ojos cristalizados, no sabía qué sentía, había vuelto por ella y solo por ella.

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