Regalos.

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Yo- Bueno, me toca. -jugamos varias rondas, la realidad es que nos lo estábamos pasando demasiado bien recordando viejas anécdotas, sobre todo nosotras que éramos a las que les caían las peores preguntas.
E- ¡Me toca! Raquel, ¿cómo supiste que era Alicia?
R- Supe al cien por cien que ella era la persona a la que más quería cuando la vi llorar por primera vez, cuando me partió el alma su llanto.

Flashback:

Raquel's POV:

Miraba por la ventana de esa habitación buscando alguna señal de que Alicia ya había llegado, las vacaciones de Semana Santa habían terminado.
No la había visto en toda la semana, ni si quiera tuve el valor de llamarla. No quería atarme a ella.

Como un rayo de luz la vi bajarse de un taxi, me resultó muy extraño que no la trajera su familia, ¿será que ni si quiera habían venido a verla?
Vi que entraba al edificio y me subí a mi cama con mi teléfono.
Unos minutos más tarde la pelirroja entraba a mi habitación.
Yo- Hola. -Ella simplemente movió la cabeza en modo de saludo, estaba más seria de lo normal.- ¿qué sucede? -dije sentándome en la cama.
A- Estoy cansada. -dijo con frialdad.
Yo- ¿y qué más? Puedes contar conmigo.
A- Tú no eres mi amiga Raquel, solo compartimos cuarto y nos enrollamos. Ahora déjame en paz. -me levanté de la cama y me puse frente a su litera.
Yo- ¿me vas a decir qué cojones te pasa? Nunca te he dado motivos para desconfiar.
A- No me pasa nada, ademas tampoco tendría que contarte... -se dispuso a bajar de la litera les irse, pero la detuve.
Yo- pues quiero que me cuentes.
A- Raquel no me jodas. -su voz comenzó a soñar algo quebrada.
Yo- Alicia, dime qué carajos te pasa, si te encierras en tu mundo no voy a poder ayudarte.
A- ¡es que no necesito tu puta ayuda! -tras decir eso se safó de mí y salió de la habitación rápidamente.

Me quedé unos segundos paralizada, hasta que decidí salir a buscarla. Estaba claro que no estaba bien, y aunque ella no quisiera, no pensaba dejarla sola.
Los pasillos estaban vacíos, la mayoría de alumnos no había vuelto de las vacaciones, llegarían por l leche. Tras buscarla un buen rato mi bombilla se iluminó, comencé a subir apresuradamente las escaleras hasta que llegué a la trampilla que daba al campanario, la bajé con dificultad y subí por ella.

La vi sentada en el tejado, a unos metros. Sin decir nada subí y me senté con ella, esos eran los últimos rayos de sol del día.
Yo- Sé que no quieres escucharme, ni hablarme. Pero está claro que estás sufriendo y quiero ayudarte.
A- Tú no puedes ayudarme. -dijo sin apartar la vista del horizonte.
Yo- Aunque no pudiera, soltarlo es mejor que guardarlo, Alicia. Además seguro que hay algo que pueda hacer...
A- ¿puedes curar a mi padre? ¿Puedes hacer que deje de odiarme? Que pese a estar muriéndose no quiere ni que le dirija la palabra... -su confesión me dejó helada, sabía que no tenía la mejor relación con su familia, pero jamás pensé que aun estando al borde de la muerte, la odiaran.
Su voz sonaba rota, ahora que la miraba de cerca, sus ojos estaban rojos y sus ojeras eran muy notorias.
Yo- No... no puedo, pero puedo estar aquí contigo, no estás sola. -puse mi mano sobre la suya- Siempre me vas a tener.
A- Ts... ya... -dijo sin terminar de creérselo.
Yo- No te voy a dejar sola, Alicia. -por primera vez en el día me miró a los ojos, estaba a punto de derrumbarse, pero ahí seguía manteniendo la compostura. Volvió a mirar al horizonte para comenzar a hablar.
A- Ni si quiera sé porqué te cuento esto... me fuí de casa desde que terminé el bachillerato, más bien desde que me echaron, era verano y mis padres y yo jamás nos llevamos bien. Ese día, llevé a una chica a casa, la presente como mi mejor amiga, Aura se llamaba. Estábamos haciendo el idiota en mi habitación cuando de un momento a otro comenzamos a besarnos, ella ni si quiera me gustaba, fue algo momentáneo, por experimentar... cosas que se hacen. Con tan mala suerte de que mi padre entró sin llamar a la habitación, y nos vió.
A Aura la echó, cogió su maleta y la lanzó por la ventana de mi habitación. Ella se fue muy asustada, en el momento en el que salió, mi padre comenzó a coger toda la ropa de mi armario y a lanzarla por esa misma ventana, ropa, libros, de todo... Todo esto mientras gritaba como un loco, decía que era una invertida, que estaba desviada y que era una vergüenza para la familia. Me dijo que para él había muerto, que no le hablara más... Me odiaba.
Mi madre no hizo nada, se limitó a mirarme cuando crucé el pasillo para irme de esa casa... Después de un tiempo ella se puso en contacto conmigo, hablábamos de vez en cuando, pero sobre todo discutíamos. A veces me llamaba e intentaba que mi padre hablara conmigo, pero acabábamos discutiendo peor. El día que entré aquí, por primera vez, fue una de las peores discusiones que tuvimos. Sinceramente no sé porqué cojones me preocupo por ellos... -su voz terminó de quebrarse y una lágrima comenzó a rodar por su mejilla, ella se la secó rápidamente, pero las demás no tardaron en salir. Yo la abracé y ella comenzó a ahogar su llanto en mi hombro.
Me partió el corazón en mil pedazos verla así, deseaba poder cambiarme por ella, no me importaba sufrir si ella iba a estar bien. Estaba jodida, me había enamorado de Alicia, estaba clarísimo... abría pagado todo el oro del mundo para parar sus lágrimas y hacerla sonreír.

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