No era nada nuevo besar a Macarena y, sin embargo, Bárbara sentía como si cada toque fuera nuevo, cada vez que sus labios se juntaban y sus lenguas se encontraban, parecía su primera vez. Cuando, en realidad, no había nada nuevo, pero su corazón latía como nunca antes. Como siempre. Como cuando se fue Macarena. Cuanto más se besaban, más se buscaban y se abrazaban.
Los besos las dejaron sin aliento y sabían que no habría ningún problema en no volver a respirar; podrían vivir en besos, que la plenitud sería eterna y satisfactoria. El tiempo se buscaron, se tocaron. Como si fuera el primer beso, como si fuera el último. Parecía una batalla en la que ninguna de las dos quería ver el final.
El aroma a llovizna y lluvia fresca de Bárbara inexplicablemente adormecía a Macarena, no quería otro aroma en su vida más que el de su morena; y, sabiendo que Bárbara también estaba enloquecida con su aroma, hundió los dedos en su cabello oscuro. Los labios se movían al mismo ritmo, en armonía. Cada vez que pensaban que el beso terminaría, comenzaba de nuevo con una simple presión de los dedos sobre la piel.
Separaron sus labios con toda la dificultad del mundo y luego se miraron. Bárbara pensó en necesitaba decir algo, detener la situación por completo; pero abrió los labios para empezar a hablar y Macarena clavó los ojos en esa boca marcada por un beso. Y no se pudo resistir.
Volvió a besar a la mujer. Una y otra y otra vez.
Cuando el aire les volvió a faltar, las dos se volvieron a mirar. Con los pulmones vacíos. Macarena sonrió. Bárbara tardó solo unos segundos en sentir el impacto de la realidad que vivía, arruinando por completo la fantasía y los deseos que se unieron a partir de esos maravillosos besos. No estaban preparadas.
- Macarena ... Esto no puede seguir pasando.
- ¿Qué?
- No puedes besarme así.
La dueña de los ojos del océano suspiró y dio un paso atrás. La ira, el rechazo e incluso un poco de dolor amenazaron con nublar sus sentidos. Bárbara se apoyó en el banco porque sintió que sus piernas se debilitaban de manera absurda.
Ahí estaba teniendo que mirar la boca de Macarena, ahora hinchada y marcada por sus besos. La tensión lo consumía como una poderosa descarga eléctrica.
- ¿Fui la única en este beso?
Bárbara no la escuchó, pero sintió el tono seco de Macarena como una bofetada en la cara. Dio un paso hacia la mujer, que pareció retroceder, como si estuviera acorralada. No era esa conversación que quería tener con ella.
- No.
Los ojos de Macarena ardían como brasas.
Bárbara simplemente aceptó que el infierno se veía delicioso.
- No digas que no puedo besarte así. Te di la oportunidad de decir que no. Nos besamos. Las dos. Siempre nos estamos besando. No lo hice sola.
La morena sintió que sus hombros caían un poco.
- Yo sé que no.
- Es injusto decir que te besé.
- De hecho, es más fácil. - empezó a justificar Bárbara, pero Macarena la interrumpió de inmediato.
- ¿No querías besarme?
Barbara suspiró.
- No es una pregunta justa.
- Tu eres la que está siendo injusto conmigo. - respondió ella.
- No es a propósito.
- Quieres huir, entiendo mi amor. Ahora, soy yo quien siempre te da la oportunidad de escapar, no te vas porque no quieres.
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El mar de tu mirada | Barbarena I Terminada I Editando
RomanceBárbara Lopez vive una vida tranquila y pacífica. Trabaja en una conocida librería en el centro de Monterrey; La mayoría de las personas son clientes antiguos que la conocen desde que era una adolescente cuando solo era la hija del dueño del lugar...