Capítulo 85

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El viernes por la noche, Bárbara estaba acostada en el sofá cama de la caravana de Macarena, esperando mientras su mujer terminaba las escenas de su próxima película. Bárbara sabía de antemano que su novia terminaría exhausta, así que descansó demás para poder cuidar a su amada. Habían pasado al menos seis horas desde que la morena había estado tomando largas siestas y despertando a tiempo para buscar con los ojos a Macarena, pero simplemente ésta no aparecía. Lamentablemente, Barbara no podía ir a esas grabaciones en específico porque ya tenían el personal contado, y no insistió pues de todos modos babearía al verla en la pantalla grande.

La morena se despertó de otra siesta alrededor de las nueve de la noche y se preguntaba si podría empezar a pensar en la cena, pero Macarena entró por la puerta del remolque con una bolsa de cartón en las manos sonriendo. Bárbara se puso de pie dispuesta a atrapar a su novia por la cintura, liberándola de cualquier obstáculo.

- Pensé que todavía estaba soñando.

- ¿Por?

- No pensé que estarías aquí.

- Dije que lo estaría.

- Yo se. Pero el día ha sido tan cansado ... yo solo ... me alegro de que estés aquí.

Bárbara sonrió mientras acompañaba a Macarena a la cama.

- ¿Quieres contarme?

- Quiero amarte primero.

Bárbara fue la primera en tirarse sobre la supuesta cama, Macarena la acompañó, recostada sobre su cuerpo, acurrucando a la morena como un gatito. Bárbara abrazó el cuerpo de Macarena y le acarició el pelo.

- Traje comida para nosotros.

- Si me di cuenta.

- Pero ahora no tengo hambre.

- Muy bien.

- Y traje sushi.

Bárbara sonrió aún más.

- Entonces lo pondré en el refri.

Se desprendió de los brazos de Macarena para dirigirse a la supuesta zona de cocina. Mientras colocaba los paquetes en el pequeño refrigerador, escuchó el movimiento de Macarena de fondo. Y tuvo la deliciosa sorpresa de darse la vuelta y encontrar a su novia sólo con un fino camisón de encaje negro, que no cubría casi nada de ese delicioso cuerpo. La morena ni siquiera trató de controlar la mandíbula que cayó instantáneamente.

Macarena era una visión, su visión.

Absurda visión.

Y solo le sonreía a ella en la penumbra de ese tráiler, ambos tenían todo el tiempo del mundo. La noche apenas comenzaba la calidez de la habitación trascendía deliciosamente.

- Pensé que estabas cansada.

El acercamiento de Macarena fue sutil, lento, seductor.

Bárbara tuvo que acordarse de respirar.

- De todo menos de ti.

Como de costumbre, Bárbara recuperó la postura frente a Macarena, pero se paró en la encimera de la supuesta cocina. Frente a la mujer que amaba. De repente, la idea de seducción de Macarena dio paso a la sensación de ser una presa, sin escapatoria ... Pero que no quería correr. Por lo contrario.

Bárbara se apoyó en el mostrador y sonrió a Macarena, llamándola con el dedo índice. La mirada de la morena sobre su cuerpo la hizo sentir desnuda, tal como quería estar; y Bárbara todavía tenía muchas ropa por quitarse. Empezando por esa chamarra de cuero. Era imposible pensar en el poder que tenía una mirada en su cuerpo y cómo exclusiva y únicamente la mirada de Bárbara la desarmaba por completo.

El mar de tu mirada | Barbarena I Terminada I EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora