Bárbara quería que todo fuera solo una pesadilla, pero despertó en la cruel realidad de todavía no escuchar nada. Ni pío. Ni siquiera el sonar del celular que tenía el volumen al máximo. Nada. Ni un pío. A pesar de una punzada, una molestia y ocasionalmente un zumbido que logró conectar sólo cuando Macarena le habló.
Tal vez estaba emocional.
Salto de la cama irritada consigo misma, pero toda su rabia se desvaneció en cuestión de segundos cuando encontró a Macarena en su cocina. De la manera que ella tanto amaba. Cómoda, bailando, en pijama. Como si siguiera viviendo allí.
Bárbara quería ver ese espectáculo todos los días.
¿Qué era lo que faltaba para tenerlo? ¡Ah si!, confianza.
- Buenos días, bebé. - dijo Macarena, pero Bárbara no escuchaba nada, solo sintió las palabras.
- Buenos días Maca. Gracias por quedarte.
- Me quedaré hasta que te mejores. - Dijo simplemente mientras le daba la vuelta a otro panqueque para ponerlo sobre la pila que estaba en el plato en el mostrador junto al fregadero. - Y no hay discusión.
Bárbara miró los labios de Macarena sin detenerse, queriendo entender bien todo lo que la mujer le decía. Quería discutir con Macarena, primero porque estaba muerta de miedo por volver a estar con ella todos los días, y segundo porque era absurdo que la mujer estuviera allí con ella solo porque no estaba en bien de salud.
- No tienes que quedarte aquí.
Macarena la miró mientras unos mechones de cabello caían por su rostro. Sonrió. Bárbara se apoyó en el banco.
- Más fuerte por favor.
- No tienes que quedarte aquí.
- Alguien tiene que cuidarte.
- Yo puedo cuidarme sola.
Macarena apagó la estufa y terminó de limpiar la barra de la cocina para que pudieran compartir el desayuno. Bárbara se sentó observando a la mujer sentada frente a ella.
- Mira, sé que puedes. No hay duda de que sabes muy bien lo que estás haciendo con tu vida, por eso cuando llegué, estaba lleno de botellas quebradas todo el departamento, ¿no?
Bárbara no consiguió entender lo que dijo, porque Macarena habló demasiado rápido, entonces, la mujer se lo volvió a repetir mas despacio, agradecida de que la morena no tomara a mal el tono de disgusto en su voz.
- Eso es ridiculo. Soy una mujer adulta.
- Actuando como una adolescente imprudente que sigue bebiendo porque cree que así compensará cualquier sufrimiento.
Bárbara entrecerró los ojos.
- ¿Con que derecho me hablas así?
Su voz era aún más ronca de lo habitual. Macarena suspiró, se levantó del banco y caminó hasta quedar literalmente frente a Bárbara, casi entre sus piernas.
- Con el derecho que me da el ser una mujer que te ama. Con el derecho que me da el ser una mujer que te necesita viva.
- ¿Qué?
- ¿Acaso no me entendiste?
Bárbara parpadeó un par de veces y asintió.
- No estoy diciendo que seas inmadura, o que no sabes cómo salir adelante, ni nada de eso - Sé que sabes como arreglártelas sola. Sé que eres independiente y por eso y más estoy orgullosa de ti. Pero haz dejado de cuidarte bebé .
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El mar de tu mirada | Barbarena I Terminada I Editando
RomantizmBárbara Lopez vive una vida tranquila y pacífica. Trabaja en una conocida librería en el centro de Monterrey; La mayoría de las personas son clientes antiguos que la conocen desde que era una adolescente cuando solo era la hija del dueño del lugar...