Capítulo 80

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El viernes por la mañana, Bárbara se ajustó la chaqueta de cuero después de bajarse y estacionar la motocicleta frente al edificio ejecutivo más horrible de la ciudad, suspiró antes de mirar hacia el cielo, o el último piso. No iba vestida para una reunión de negocios, traía jeans gastados, una camisa a cuadros abotonada y y su famosa chaqueta de cuero, ni siquiera llamó cuando entró al edificio. Era tan frío por dentro como se veía por fuera. Subió al ascensor en silencio.

No había nadie así que no tenía que ser anunciada, atravesó las puertas de vidrio polarizado y se enfrentó a su rival. La mujer estaba demasiado bronceada, con el cabello largo y negro ... ¿Y lentes de contacto? Que diablos. Bárbara enarcó una ceja.

- Tardaste demasiado en aparecer. ¿Vienes a golpearme de nuevo?

- No. Vine a librar a mi mujer de tí.

Graziela trató de ocultar su expresión de asombro.

- ¿Como?

Para responder de inmediato, Bárbara sacó el sobre de papel del bolsillo de su abrigo y lo arrojó sobre la mesa de Graziela; el paquete se deslizó hasta detenerse en los finos dedos de, ahora, otra morena. La abrió lentamente, para encontrar un fajo de  billetes apilados.

- ¿Que quiere decir esto?

Bárbara se acercó lo suficiente para apoyar las manos en la mesa de cristal; era delgado y sus dedos estaban bien marcados allí. Se enfrentó a Graziela como los viejos vaqueros se enfrentaban a sus enemigos ante un duelo.

- Significa que estoy pagando por el incumplimiento de contrato.

La presunción tomó a Graziela con la guardia baja, quien dejó a la vista su rostro preocupado. A punto de la desesperación.

- Tu no puedes...

- Claro que puedo. - interrumpió a la mujer, no quería alargar esa conversación más de lo debido. Inevitablemente, había mucho mejores cosas que hacer que enfrentar a una mujer que estaba tratando, tristemente, ser una copia suya. - Para que Macarena rompa contigo, tendría que pagar el equivalente a cuatro veces la cantidad que gastaste en ella hasta ahora. Si lo deseas, puedes contar lo que hay adentro, hay mucho más de lo que se debe.

- ¿Cómo conseguiste éste dinero?

- Ahorros de largos años de luchas clandestinas. Más el dinero que me diste tú misma, ¿recuerdas? - La pequeña sonrisa en el rostro de Bárbara indicó que ella sabía exactamente lo que estaba haciendo y de lo que estaba hablando. - Incluso ayudó mucho. Lo usé todo para ayudar a mi mujer a deshacerse de ti.

- Eres muy presuntuosa. No sabes de lo que soy capaz. No sabes todo lo que hice para tener a Macarena en mis manos. Y todo lo que todavía puedo hacer.

- Ella nunca te amará.

- Ella será mía. Ya le dije que te mataría si fuera necesario, pero ella se quedará conmigo.

- Quedarse contigo y amarte son cosas diferentes. Y yo pongo mi vida a prueba que ella no quiere ninguna de las dos cosas. Apuesto todo lo que quieras.

- ¿Cómo puedes estar tan segura?

- Macarena me ama. - La sencillez con la que habló la morena irritó profundamente a Graziela. - Ella nunca te amó. Nunca te amará.

Graziela se levantó y se inclinó hacia Bárbara, amenazadoramente.

- ¿De verdad crees que esto se acabó?

La morena sostuvo su mirada mientras se inclinaba hacia atrás, pero sonriendo.

- Sé que no. Pero la primera batalla la gané yo. Y puedes apostar que voy a ganar todas las que realmente me interesan.

El mar de tu mirada | Barbarena I Terminada I EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora