Capítulo 34

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—No estoy como para dar explicaciones, y mucho menos a ti— miro a su hermano con repugnancia —Es bueno saber con quién no puedo confiar— remarco el 'no' observándome con desprecio, dolió, había roto su corazón, por una vez no me detuve a pensar y lastime a alguien, lastime a mi mejor amigo.

—No seas infantil— se quejo Harry, amaba su voz, pero en esos momentos lo único que hacía era entorpecer la situación con su hermano.

—¡Cállate idiota! ¡No sabes nada!— Ian grito haciéndome saltar.

Edward se paro sin previo aviso, yo me pare con él y fui apartada a un lado, en menos de dos segundos llegó frente a su hermano, se paro frente a él mirándolo fijamente.

—No me grites— dijo pausadamente, su voz era casi un susurro y su pecho subía y bajaba rápidamente.

—Entonces no me hables— Ian lo empujo, abrí mis ojos como platos, una sensación de pánico empezó a embargarme.

—¡NO me empujes, idiota!— rugió Harry mientras le devolvía el movimiento a su hermano, mis manos temblaban, no iba a terminar bien.

Mi boca se sintió seca y mi lengua pesada, necesitaba ayuda, de inmediato.

—¡Y TU NO ME TOQUES!— Ian le grito en la cara antes de empujarlo con más fuerza, Edward intento acercarse a su hermano una vez más y solo recibió un puño en el rostro como resultado, brinque de la impresión y palidecí al ver el rojo que se había apoderado de los ojos de Harry Sullivan.

El rostro del mayor de los Sullivan se formo en la expresión de una completa bestia, su cara volvió a su objetivo antes de lanzar un golpe que impacto directamente en la mejilla izquierda de Ian, vi su mueca de dolor, pero eso no lo detuvo y contesto sin espera. Vi a cada una de sus extremidades conectar con alguna parte del cuerpo del otro, se estaban lastimando y yo estaba en algo de shock, hasta que vi a mi mejor amigo sangrar, no quería ni imaginarme la misma situación en la cara del otro.

El rojo fue un buen despertador de mi letargo.

—¡Mamá!— fue lo primero que grite, no sabía por qué inconscientemente cuando algo iba mal, la primera persona que llamaba o se me venía a la mente era mi madre, tal vez ella era el único ser con el que me sentía completamente segura —¡Mamá!— grite una vez más y mi visión se volvió borrosa ¿Qué estaba pasando?

Mi respiración se volvió irregular, mi pecho dolía, el latido de mi corazón retumbaba en mis oídos, puntos negros perturbaban mi visión, mi cuerpo estaba completamente rígido, se sentía espeluznante.

—¡¿PERO QUÉ MIERDA ESTÁ MAL CON USTEDES?!— escuche la voz de Daniel lejana, como si fuera un eco que llegó a mi por error.

—¡Daniel, toma a Ian!— era la voz de otro hombre, creo que era mi padre, pero no estaba segura, ya no estaba segura de nada.

Mi mundo se sacudía un poco, el piso no era estable o mis pies estaban bailando sobre él, algo me arrastraba y no estaba segura, como tampoco estaba segura de si el aire llegaba a mis pulmones o no.

Más manchas negras llenaron la imagen en la que mis ojos s enfocaban y luego no veía nada.

Mi cabeza era sacudida, mis mejillas se sentían húmedas y calientes, mi cuerpo tenía esa sensación de estar cargando un peso mayor al que está acostumbrado.

—¡Cassandra Reed, abre los malditos ojos!— ¿alguna vez había mencionado lo fastidiosos que era Daniel? ¿No podía solo dejarme dormir? Estaba cansada, mi cuerpo estaba agotado.

—¡No grites!— algo vibro junto a mí, la voz de mi mamá era fuerte y molesta.

—¡Tu también estás gritando!— fue la respuesta del inteligente hijo que mi mamá pario primero.

BrothersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora