Capítulo 4

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Una hora más tarde, me encontraba sentada sobre las piernas de Harry observando como los demás individuos con hormonas alborotadas se devoraban uno al otro.

Harry tenía sus brazos rodeándome por completo mientras esparcía besos por mi cuello, no sabía exactamente como habíamos llegado a esta situación, tal vez fueron las cervezas que me había tomado que me soltaban o que la presencia de él me hiciera sentir a gusto por primera vez en una fiesta de adolescentes.

—Que interesante fiesta— murmuró Harry en mi oreja izquierda antes de besarla y hacerme temblar, él lo hacía para que yo fuera la única que escuchara o mi cerebro quería creer eso.

—Me divertí más en la de Louis y Zachary— no mentía, a pesar de ser llevada con engaños y ser obligada a quedarse, me sentí bien; eran hombres y por naturaleza eran idiotas, pero ellos me habían tratado como si fuera humana y no un pedazo de carne más en el mundo, eso sin contar que había conseguido marido.

—Podemos ir con ellos, están teniendo otra fiesta ahora mismo— sus rizos le hacían cosquillas a mi nuca.

Estaba contemplando la posibilidad, eran divertidos y podría hablar con alguien más que Harry Edward Sullivan. Mientras buscaba mi respuesta vi pasar a Ian a toda prisa arrastrando a su cita escaleras arriba. Seguro mi cara estaba roja de ira, el muy desgraciado me había mentido diciendo que no quería salir con ella y que le daba miedo y bla bla bla, incluso siendo mi mejor amigo me confirmo que no podía confiar en nadie.

—¿Qué dices?— la voz de Edward a mis espaldas me hizo volver a la realidad y dejar mi frustración a un lado.

—¿Qué pasa con Ian?— aunque me haya mentido no podía abandonarlo.

—Eso se soluciona fácil— tecleó algo en su celular que no me había dado cuenta que lo tenía en la mano, no pude ver que era exactamente porque la brillante luz cegaba mis ojos —Dice que tendrá una noche ocupada y que te lleve a casa— me dio una sonrisa de "somos libres".

—Está bien, vamos, ya quiero ver a mi prometido— me levanté esperando que él me siguiera.

Me miró mal por un momento, caminó delante de mí como si fuera solo; mis pies reaccionaron y lo siguieron tratando de no ser aplastada por los aun cuerpos danzantes.

Abrió su auto por la puerta del conductor, di unos pasos más que él y me posicione en la puerta del copiloto, hale de la manija y no se abría, estaba con seguro; intenté lo mismo con la de atrás y tuve el mismo resultado. Lo miré directo a los ojos y vi la diversión reflejada en ellos, quería golpearlo, era una muy mala broma.

—¿Por dónde se supone que suba al auto?— alcé mi ceja con impaciencia por la parte de arriba del carro.

—Pues yo veo una puerta abierta, ¿tú qué crees?— me envió una de sus engreídas sonrisas y noté que trataba de probar un punto, ¿cuál? Creo que ni él lo tenía claro.

Tomé aire y rodeé el auto, no tenía otra opción. Su cara de satisfacción me enfermaba, los chicos tenían problemas tratando de probar su punto.

Al pasar por su lado sentí como me presionaba contra el frio metal, la poca piel descubierta de mi vientre lo resentía, mi pecho estaba pegado a la puerta trasera y el de él presionaba mi espalda, respiraba en mi nuca dejándome sentir un poco de calor. Tomó mis manos y las puso sobre el techo inmovilizándolas para dejarme a su merced, me retorcí tratando en vano de liberarme, ocasionando que él se pegara más a mí.

—Aléjate de Zachary, es una orden— posicionó su rodilla entre mis piernas.

¿Quién se creía para ordenarme algo? Yo decidía a quien me acercaba y a quien no, los hermanos Sullivan tenían un problema, ambos querían marcar un territorio que no era de ellos, porque si algo era seguro es que yo no tenía dueño.

BrothersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora