Paramos frente a un supermercado, y yo que pensaba que iba a ser una noche épica. Lo miré tratando de buscar una respuesta racional y que no me hiciera perder el ánimo.
—Un supermercado ¿Enserio? ¿Es esta tu maravillosa idea?— lo miré mal, mi cama sonaba más emocionante.
—No le estás viendo el potencial al asunto, solo estamos de paso— bajo del auto y yo me mantuve en el interior, él lo rodeo y se acerco a mi lado, abrió la puerta del copiloto y me miró mal al ver que no pensaba salir, se agacho y desato mi cinturón de seguridad, me miró con una sonrisa malvada que me desconcertó, de repente estaba entre sus brazos y camino a la entrada.
—¿Para qué caminar?— le jalé los rulos, oí un pequeño quejido —Yo tengo a un transportador— volví a jalarle el pelo, yo tenía dos pies que funcionaban perfectamente.
—Que quejumbrosa, mi abuela tiene un espíritu más aventurero— las puertas eléctricas se abrieron al sentir sus pasos y mi peso.
—Pues ve y trae a tu abuela— caminó conmigo hasta los carritos y vi que me iba a poner dentro de uno. Comencé a retorcerme como loca, no iba a dejar que me introdujeran en eso, no era una niña de dos años.
Cuando al fin me dejo en el piso se veía cansado, no me importo, igual le lancé un puño, él sacó el carrito de metal y lo guió entre los pasillos, lo seguí, no tenía otra opción.
—Llévame— no entendí a que se refería hasta que lo vi dentro del carrito ¿Qué clase de mal chiste era ese?
—Bájate, Sullivan, estás muy viejo para eso— miraba alrededor rogando porque un encargado no nos viera.
—No quiero— su madurez bajo a cero —Llévame o lloraré y haré que todas las tiernas viejitas vengan a ayudarme— lo miré mal, él lo conseguiría, las desgraciadas ancianas sucumbían ante su sonrisa de comercial y sus hoyuelos de bebe, las odie más aún.
Lo arrastre por los pasillos, hizo que girara en el de las frutas, tomo fresas, uvas, duraznos y bananas; nunca pensé que cuidara tanto su figura. Luego me obligo ir hacia la parte de los dulces, tomo leche condensada y dulce de leche (arequipe). No, él no cuidaba su figura en lo absoluto, mejor, un hombre "light" perdía su encanto. Él maldito me hizo llevarlo hasta la caja con el metido en el carro de compras, la cajera al principio lo miró raro, pero luego le sonrió, no era justo, solo por ser hombre y ser atractivo conseguía todo lo que quería sin consecuencias, pero si lo hacía yo, no iba a darle tanta gracia.
Dejamos el lugar, obviamente lo obligue a llevar las bolsas, yo tuve que llevarlo a él, no le hacía daño llevar algo de peso de vez en cuando. Lo seguí sin hablar, maldito descarado.
Condujo colina arriba, íbamos en un cómodo silencio, al menos lo era para mí. No identificaba el camino, casi podía jurar que nunca había pasado por allí.
Paramos en un paramo, él se bajo llevándose las bolsas de compra consigo. Dio media vuelta y abrió mi puerta cual caballero andante, me ofreció su mano para apoyarme en no salida. Me guio hasta la parte frontal, sin pedirme permiso me tomó de la cintura y me puso sobre el capot, le sonreí, lo hizo sin lastimarme. Me tendió las bolsas y se sentó a mi lado.
—¿Café o blanco?— alcé una ceja, que pregunta más rara me había hecho —Así definiré cual será el primer acompañante de nuestras saludables amigas rojas— ¿Era tan difícil decir fresas, leche condensada o dulce de leche (arequipe)?
—Café— lo observe buscar entre las bolsas de papel.
—Una excelente elección, nena— sacó las fresas y me entrego una cubierta de algo Café.
—Se supone que las lavemos primero ¿No?— me llevé el manjar a la boca mientras él hacía lo mismo.
—Nos preocuparemos de las enfermedades luego, por el momento solo disfrutemos— me pasó otra fresa, pero con algo café sobre ella.
La deliciosa mezcla entre la fresa y el arequipe se deslizó por mi paladar produciendo en mí una breve sensación de felicidad, sonreí grande mientras Edward me pasaba una nueva fresa, pero ahora con algo blanco sobre ella. Entre fresa y fresa acompañadas de risas logramos pasar un buen momento o lo era hasta que Sullivan abrió la boca.
—¿Lo has pensado?— alcé mi ceja, que él me leyera mis pensamientos no quería decir que yo hiciera lo mismo con los de él.
—¿El qué?— comencé a comer uvas.
—El por qué en los libros no describen cuando van al baño a hacer el número dos y el número uno— dejé una uva estática en el camino a mi boca —Si quieren hacer sus libros más reales, deberían hacerlo y decir algo como: "Lo sentí deslizarse y provocarme un extasiante sentimiento de satisfacción. Llevé un trozo blanco de papel a mi espalda y lo pase delicadamente por mi..."— le tape la boca, su relato solo se volvía más asqueroso. No sabía si estar emocionada porque Edward leía y se ponía a analizar ciertas situaciones de la historia, o por el contrario estar asustada por su mente sucia.
—Ni las cincuentas sombras de Grey me dejaron tan traumada como lo que acabas de decir y créeme que su explicito contenido me dejo en blanco al principio— él ladeo su cabeza y aparto mi mano de su rostro para llevarse una banana a la boca.
—En lo personal pienso que es un libro muy instructivo que tú y yo deberíamos de imitar— no creía lo que oía —Aunque sería aún mejor si quitaran la cursilería de Anastasia, a cada rato se sonrojaba y aunque en ti lo considero sexy, en ella me saca de quicio; es tan idiota— se pasó una mano por el pelo —Me sentí mal por hablar así de una mujer, así no sea real— mordió de nuevo su banana.
—No pensé que fueras tan tierno— seguí comiendo uvas, él cada día me sorprendía más, era considerado, tierno, detallista, dulce, atractivo y un completo idiota que me tenia encantada; pero todo seguía latente en mi mente, cada palabra, cada letra —Pero ella ya es real ¿No te enteraste de la película?
—Lo hice, por cierto debemos ir a verla, para mayores de edad, obviamente, no me aguante todas las cursilerías para no ver acción— reí ante su cara.
—Claro ¿Por qué más habrías de ir?— Edward rio asintiendo.
Se bajo del capo y se paro frente a mí dejándome desconcertada. Tomó mi tobillo y jalo de él, se ubico entre mis piernas y me obligo a rodearlo con ellas. Abrace su cuello mientras él hacía lo mismo con mi cintura, solo que él me apretó más. Su nariz acaricio la mía con ternura y acerco tentativamente sus labios a los míos dándome dulces y suaves besos. Unió sus labios con los míos en un voraz beso que me consumía completamente, sentí mi alma despegarse de mi cuerpo para fundirse con la suya, era surrealista, cada fibra de mi cuerpo saltaba de alegría. Mordió mi labio inferior jalándolo de una manera sensual que me dejaba con ganas de más.
—Debemos irnos— besó cortamente mis labios —Primero pasamos por una estación de gasolina— me ayudo a bajarme del auto.
—¿Por qué?— estaba algo aturdida. Él tomo las bolsas con las frutas restantes.
—Porque el tanque esta casi vacío estamos con lo de reserva, lo bueno es que el gas rinde— me abrió la puerta y me ayudo a entrar.
—Entonces está enojado— tomó asiento frente al volante y coloco las bolsas atrás.
—¿Enojado?— me miró intrigado mientras encendía el auto para sacarnos del lugar.
—Sip— puse mi mano sobre la suya que yacía sobre mi rodilla —La E es de "enojado" y la F de "feliz"— miró hacia el tablero un momento antes de soltar una carcajada, lo había entendido un poco más rápido de lo normal.
—Está bien, lo entiendo. Ahora vamos a ponerlo feliz— con una sonrisa en cada rostro abandonamos el hermoso mirador.
Para mi desgracia, la realidad me esperaba.
.
Los nombres de los personajes están siendo cambiados
twitter: deeplittlething
ESTÁS LEYENDO
Brothers
Genç KurguCassie Reed ha estado toda su vida rodeada de hombres, desde sus hermanos, sus escasos primos e incluso sus casi no conocidos amigos, así que lo más natural para ella es tener un mejor amigo hombre. Todo se complica una vez que crecen, con alguien m...