Prólogo

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El soldado se arrodilló tan pronto como la voz del emperador se hizo presente. Era impropio que enfrentara a su señor del mismo modo en que hablaría con un simple campesino.

El emperador rodó los ojos ante la poca delicadeza de su enviado, a quién no había visto en una semana, desde que lo envió a encontrarle esposa a su segunda sobrino. Mo Yang era famoso por su habilidad con la espada, y por su riqueza exagerada, pero ninguna mujer había aceptado casarse con él.

No era por falta de belleza, claro que no. Los poetas se inspiraban en su rostro para escribir los más hermosos sonetos. Era su falta de tacto lo que ahuyentaba al género femenino, al igual que su perpetuo ceño fruncido.

El emperador ya estaba cansado de intentar buscarle una esposa, pues su sobrino siempre las rechazaba con excusas que a su parecer eran ridículas: era muy alta o muy baja; muy gorda o muy delgada; demasiado arrogante o con una autoestima demasiado escasa. Siempre había algo en las mujeres que Mo Yang encontraba desagradables.

—¿Encontraste algo?— preguntó el emperador.

El soldado se estremecio de temor. La respuesta podría resultarle perfecta o degenerada al emperador, dependiendo de su ánimo ese día.

—N-nada, mi señor.

El emperador golpeó la mesa frente a él con los puños cerrados.

—¿Estás seguro?— el emperador apretó los dientes— ¿Ni una mujer cumplió con los requisitos de mi sobrino?

—N-no, mi señor— el soldado tragó saliva, pensando en si debía decir lo que temía— Pero hubo alguien q-qué encajó a la perfección.

—¿Quién es la afortunada?

—E-ese es el problema, mi señor. E-es un hombre.

El emperador sonrió como si le hubieran contado un chiste. Cualquiera que lo viera diría que había perdido la cabeza.

—Tráelo. La boda será en dos semanas.

—P-pero, mi señor...

—¿Acaso estás cuestionando las órdenes de tu emperador?

—No, mi señor— el soldado hizo una reverencia— Iniciaré los preparativos para traer al joven Shen Lian.

Con un movimiento de la mano, el emperador despidió a su soldado. Cuando finalmente se quedó sólo, esbozo una sonrisa al pensar en su sobrino.

—¿Con que Shen Lian, eh? Ah, Mo Yang, de verdad eres un romántico.

La esposa del soberano. (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora