VIII - No estás sola

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CAPÍTULO VIII — No estás sola

NATHALY

—¿Qué haces en tu tiempo libre? —me pregunta Danny.

Estuvimos caminando un rato en las afueras de la universidad. Él hablaba y yo simplemente escuchaba y comentaba de vez en vez lo que decía, poco a poco dejé de mirarlo como si fuese un monstruo y he tratado de darle un granito de confianza a pesar de que todo mi interior me grita que salga corriendo lo más lejos que pueda antes de que salga herida de alguna manera, ahora estamos dentro de un pequeño café, la decoración es muy bonita, las mesas tienen un diseño al estilo picnic, el piso es de cerámica reluciente, un delicioso aroma a chocolate inunda el lugar y las camareras usan unos trajes color verde claro que les quedan hermosos.

Es un ambiente agradable, y él no es una pésima compañía, tiene un aura muy refrescante.

—Me gusta leer. —le respondo con una media sonrisa.

—¿Cuál es tu libro favorito?

Solo basta hacer esa pregunta para que el cerebro del lector se ponga en rojo y exclame: ¡Error de sistema!

Danny se ríe ante mi tartamudeo dudoso, nombres de libros y tramas distintas me pasan por la mente y entrelazo apellidos de autores confundiéndolo más con la palabrería enredada que estoy soltando; tomo aire y me disculpo por el trabalenguas literario que dije.

—Es difícil decidirme, me encantan todos los libros que he leído, pero si tuviera que escoger uno sería Crepúsculo, de Stephenie Meyer, aunque es un amor que mantengo en secreto, la mayoría odia a los chupasangre. —contesto al fin.

—Tengo entendido que es una saga ¿no?

—Sí, son 4 libros cargados de vampiros, lobos, trío amoroso, e incluso dependencia emocional por parte de la protagonista —una vez que me dan cuerda no hay quien me detenga—, celos, pasados oscuros, sed de sangre literalmente hablando, confusiones. Mi personaje favorito es Alice Cullen, su personalidad es la que da vida a ese núcleo de obstinados chupasangres que...

Dejo de hablar como lora cuando noto que sonríe anchamente y no sé si es porque le parece chistoso o qué.

—Lo siento, cuando se trata de libros hablo demasiado...

—¿Sabías que cuando hablas de algo que te gusta te brillan los ojos? Es alucinante. De hecho, aunque no soy lector me acabo de volver amante de la pasión que emana de tu voz cuando expones tu amor por los libros.

Las mejillas me arden y sé que me he puesto como tomate.

Es el primer chico que me deja sin habla. «Peter consideraba ridículo todo lo que yo decía de los libros».

Como no sé qué diablos decir, prosigo con mi monólogo sobre Crepúsculo.

—Tengo los tres primeros libros en físico, pero no he podido encontrar el que falta —suspiro con frustración—. He estado buscando ese libro por meses, solo lo he visto una sola vez y en ese momento no contaba con el dinero para comprarlo.

¿Por qué los libros tienen que ser tan costosos?

—Yo solo he visto las películas, pero voy a adivinar, te mueres por el lobo Jacob. —entrecierra sus ojos como si me acusara de un crimen.

—¿Qué? No, te equivocas —niego con la cabeza y luego apoyo los codos en la mesa mientras me inclino un poco hacia delante armándome de valentía para semejante cercanía—. Prefiero al sexy vampiro. —le guiño un ojo y él se echa a reír conmigo.

—Anotado, tendré que ponerme lentillas rojas.

La frescura de la risa genuina que entonan mis labios es como sumergirse en un río después de estar largas horas bajo un sol inclemente, el hormigueo que siento en las manos y la inquietud de pierna pasa desapercibida ante la vibrante risa que resuena en mi tórax.

Una estrella agonizante ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora