CAPÍTULO X – Mi perfecto paradigma
DANNY
Mi padre me mira desde la silla detrás del escritorio de madera con una expresión indescifrable, sin embargo, sé perfectamente que está descontento con mis palabras. Para tener 48 años está bastante conservado, aunque su carácter no suele ser el mejor; es terco, dominante y si no se hace lo que él ordena podría explotar la tercera guerra mundial.
—¿Podrías repetir eso? —pide hundiendo el entrecejo y en seguida me arrepiento de haber venido a hablar con él.
—Dije que no quiero estar en el equipo de fútbol, ni ser capitán, mucho menos continuar estudiando leyes. — repito manteniéndome firme.
Él se pone de pie al instante y camina hacia los títulos que tiene colgados en su pared.
Aquí vamos otra vez.
—¿Sabes de quiénes son todos estos títulos? —pregunta con la vista fija en ellos como si fueran alguna reliquia que vale más que su propia vida.
—No. —respondo secamente, aunque sé de quienes son desde antes de poner un pie por primera vez en este despacho.
—Son de todos los hombres y mujeres de esta familia que han seguido el legado de tu abuelo y han sido de los mejores abogados egresados de esta universidad. Han llegado a los tribunales más reconocidos del país; jueces, fiscales, entes legislativos, todos los conocen y se peleaban por tenerlos en sus equipos de trabajo. El dinero no les faltaba, ganaron los mejores casos, se pusieron en un pedestal de cristal, y absolutamente nadie los ha podido bajar de ahí a pesar de que muchos están bajo tierra —explica y se gira hacia mí—. Hijo, yo no quiero que tú seas la excepción. —vuelve a su escritorio.
—Tú no decides por mí. —replico ignorando toda la palabrería que acaba de soltar que no hizo más que convencerme de que ese no es mi lugar, lo escucho y eso como si me estuviera halando a una jaula con barrotes de acero, y no quiero estar allí. «Pertenecemos a donde podamos sentirnos libres como águilas».
Inhala profundo.
—Hijo, ellos... —voltea a ver los títulos de nuevo.
—Yo no soy ellos, y tampoco lo seré jamás. —lo interrumpo.
—¿Y qué pretendes estudiar? ¿Biología? —bufa y sacude la cabeza soltando una risa sarcástica.
—Tan desviado no estás, quiero ser físico. Me gusta la ciencia, no las leyes.
—Tú no sabes lo que es bueno para ti, yo sí. —comienza a subir la voz.
—Tú solo ves lo que te conviene a ti...
—Ninguna carrera te generará más dinero que las leyes, si quieres tener una vida con comodidades aseguradas debes permanecer donde estás. Las ganancias son mayores, cada...
—No quiero ese dinero si lo obtendré haciendo algo que no me hace feliz.
—¿Feliz? No voy a permitir que mi hijo tenga un futuro mísero solo porque quiere «ser feliz». Deja de decir tonterías, no pareces un Collins.
Podría callarme.
Podría bajar la cabeza de nuevo y obedecer.
Podría doblegar mis sueños por los de él, como siempre lo hago, únicamente porque quiero hacerlo sentir orgulloso de ser mi padre.
Pero no, ya no más.
Es más importante que yo esté orgulloso de mí a que lo estén mis padres, porque soy la persona que tendré siempre. En las caídas o subidas estaré yo. En los tropiezos o progresos estaré yo. Es mi sueño, mi meta, mi objetivo, y si lo cumplo con o sin su apoyo estaré feliz porque me superé, porque peleé por ello, porque insistí tanto que el mundo dejó de moverse en mi contra.
ESTÁS LEYENDO
Una estrella agonizante ✔️
Novela Juvenil"Pánico. Se acercó a mí como una serpiente que envenena desde adentro. Ahí estaba yo. En el pavimento, completamente retorcida por los fármacos, con la boca seca, siendo esclava de los espasmos, sin fuerzas, sin control, sin energía, sin mi ángel. ...