☾13☽ El Baile (3)

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Definitivamente Ian estaba muerto, incluso algunos pocos médicos que habían ido a la fiesta se apresuraron a verificar alguna posibilidad de vida, pero nada se podía hacer.

En casi nada vino la policía y nos prohibieron salir hasta que revisaran todo, querían asegurarse de que no había sido un asesinato, así que después de que estos revisaran toda la habitación los paramedicos sacaron el cuerpo de Ian dentro de una bolsa negra sobre una camilla. Escuche, y observe, a muchas mujeres llorar histéricas, sin consuelo, mientras hablaban indignadas.

—¡Escuchen! —un policía levanto una mano mientras los forenses entraban e iban a la habitación donde encontraron al muerto—. Ahora podrán irse, pero no se vayan de Seattle hasta que resolvamos esto. Les pediremos las direcciones de donde estarán por si los necesitamos en cualquier cuestión.

Todos asintieron mas que de acuerdo y fueron haciendo cola para salir ya que todo se retrasaba por los oficiales pidiendo la información. Los valets buscaban un poco apurados los autos y los iban dejando con los chóferes esperando por sus jefes. Noha nos abrió la puerta trasera del auto al vernos bajar por los escalones de la entrada y luego ingresamos esperando que Noha ocupara su lugar. Cuando el vehículo arrancó vi por el vidrio polarizado de Morgan a Julen con su "amiga" pelirroja esperar por su auto teniendo un brazo alrededor de la joven. Cuando pasamos de ellos, baje inconscientemente la mirada y esta se perdió en el suelo, pero eso se corto cuando Morgan puso dos dedos bajo mi barbilla y levanto mi rostro haciendo que lo mirara. Al lograrlo me soltó.

—¿Que paso con Julen?

—No diría que paso algo o no... —moví mis hombros y él asintió inspirando profundo poniéndose a mirar por la ventanilla—. ¿Por que aceptaste ayudarme?

Hubo un pequeño silencio, pero vi como sus labios se preparaban para hablar.

—Sebastian le hizo daño a mucha gente, entre ellos a mi hija. Quiero lo mismo que tu.

—¿Que paso? —me interese frunciendo un poco el ceño.

—Abuso de ella —soltó seco y se me cerro el estomago cuando volteo el rostro y me miro a los ojos.

—Parece que es de familia —dije volteando el rostro, huyendo de sus orbes.

Varios minutos después, Noah, se detuvo frente a un edificio de departamentos y Morgan abrió la puerta para bajar, por lo que deduje que aquí vivía. Lo seguí en silencio todo el camino al ascensor, incluso permanecimos de esa manera al entrar a su departamento, pero él se encargo de romper la falta de sonido entre nosotros.

—Te daré un pijama —indico tirando su saco a un sillón mientras con su mano libre iba aflojando la corbata alrededor de su cuello.

—No es necesario, yo no duermo.

—¿Te quedaras así? —me miro la ropa como si no fuera una buena opción, a lo que yo asentí—. Te daré algo —negó apenas con la cabeza para voltearse y desabrocharse los primeros botones de la camisa al desaparecer por un pasillo.

Inspire y exhale relajándome mirando un poco al mi alrededor. Al minuto él volvió con una remera suya y un pantalón de franela que me entrego.

—Gracias... —mire las prendas y luego a él.

—Puedes cambiarte donde quieras, yo voy a mi habitación. Buenas noches —deseo con un suspiro agotado volviendo a darme la espalda para desaparecer por el mismo corredor.

—Buenas noches —dije y fui al baño en donde me cambie.

Obviamente era mas cómodo que el vestido, pero eso no quitaba el hecho de que era raro estar usando prendas de él.

Ya con todo puesto, me dí cuenta que era mucho más grande que yo, la remera me tapaba los muslos y el pantalón se amontonaba en el suelo, aunque después recordé su altura y todo tuvo sentido. ¿Le sería fácil encontrar prendas? Recordaba conocer a una chica, cuando aún era humana, que a veces le costaba encontrar remeras que le taparan la barriga o pantalones que le llegaran a los tobillos gracias a su altura.

Con esos pensamientos llegue a la sala de estar y, por primera vez en la noche, agarre mi celular. Tenia una llamada perdida de Edward, la cual no pensaba contestar, y solo le mande un mensaje que decía "Todo bien". Me coloque los auriculares y acosté en el sillón esperando la mañana con la música sonando a todo volumen en mis oídos, pero sin que esta molestara al dueño de la casa.

A las diez y media de la mañana escuche el despertador sonar con la respiración pausada del sueño de Morgan cortándose, para con una inspiración profunda despertarse. Mientras él amanecía, me puse a calentar el desayuno que le había preparado, después deje todo la barra de la cocina y volví a mi lugar en el sillón. Cuando él entro a la sala, esta se lleno, para mi, de olor a crema de rasurar, así que voltee a mirarlo notando que le costaba despertar, al parecer no era un hombre madrugador, pero cuando miro la mesa se despejo un poco y me observo a mi.

—¿Y eso? —lo señalo como si fuera algo nuevo.

—Tu desayuno, lo prepare hace un rato —respondí y sonreí un poco—. Confía, cocino bien a pesar de que me desagrada ahora.

Morgan avanzo, rodeo el mueble y se ubico en una de las sillas.

—Hiciste bastante —comento tomando un poco del jugo de naranja mirando los platos.

—Come lo que quieras, tira el resto, da igual, esta bien —me encogí de hombros, no importaba, que hiciera lo que quisiera con ello.

—Gracias —me sonrió un poco y después empezó a comer desapareciendo su pequeña y minúscula sonrisa.

—De nada... —lo mire unos segundos mas.

Él prendió la televisión y las noticias aparecieron al instante. Lo primero que se mostraba en los resúmenes del día, al comienzo de cada noticiero, era la misteriosa muerte de Ian Jacks, luego un breve comentario y otras noticias para después abordar a fondo el tema.

Ambos mirábamos en silencio escuchando lo que los periodistas decían, obviamente ya se habían formado diferentes hipótesis sobre el hecho. Algunos decían que alguna empresa enemiga había decidido acabar con el pronto sucesor, también estaba la teoría de una muerte natural o por sobredosis. No había podido ver el cuerpo, por lo que no sabia si mi pastilla lo había matado o él la había ayudado tomando algo extra pero, fuera como fuera, el diagnostico del forense se revelaría a las cinco de la tarde del día siguiente, acabando así con las estipulaciones, aunque, dependiendo del tipo de muerte, también comenzarían nuevos rumores.

En definitiva, solo quedaba esperar.

𝐒𝐈𝐍 𝐄𝐒𝐏𝐄𝐑𝐀𝐑𝐋𝐎, 𝐔𝐍𝐀 𝐍𝐔𝐄𝐕𝐀 𝐂𝐔𝐋𝐋𝐄𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora