☾32☽ Infinidad

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Sangre. Solamente eso. Eso era lo único que realmente necesitaba después de mas de una semana sin beber nada. Pero eso no era cualquier cosa. Oh, claro que no. La sangre de Julen era no solamente humana, sino la mejor entre todas y ahora era solamente mía.

Si, totalmente para mi.

Sabía mejor de lo que esperaba, pero, de todas formas, me separe y lo mire a los ojos notando que estaban algo mas abiertos, moviendo un poco su cabeza para verme mejor de frente con sus verdes ojos y su agitada respiración. Apenas tembloroso él levanto su brazo y con su pulgar limpio, lo que parecía, una mancha de sangre en mis labios en el proceso de acunar mi mejilla, viéndome como si estuviera perdido, pero no porque no pudiera pensar, sino porque demasiadas cosas pasaban por su mente.

Volví a mirar su cuello y agarrándolo de los hombros lo mordí una vez mas tomando su caliente y tentadora sangre sintiendo su mano en mi mejilla deslizarse de forma torpe hacia atrás, llevando mis cabellos con ello, mientras trataba de tirar un poco de estos con su cuerpo aflojándose, pareciendo caerse hacia atrás con la cabeza colgando. Algo molesta por esa posición, me separe de mala gana dándome cuenta de lo pálido que estaba con los ojos casi cerrados por completo y sin fuerza en su ser.

En ese momento la escena de Renesmee goleo en mi mente.

Una fuerte opresión me apareció y mi frente empezó a picar por el susto de la situación y como se me había ido totalmente de las manos. Rápidamente lo acosté en la cama y él, con lentitud, volteo a verme tratando de enfocar la vista, pero sus ojos estaban opacos, apenas vivos.

—¡Mierda, Julen! —grite limpiando la boca manchando mi mano con su sangre y lo acomode al tiempo que mi teléfono sonaba.

Sin dudar mordí una vez mas su cuello, pero del otro lado, me aleje de inmediato sin ya ganas de beber, solo quería mantenerlo vivo. Agarre su muñeca derecha y lo mordí tres veces e hice lo mismo con su muñeca izquierda, luego corrí la sabana y mordí la arteria mas importante de ambas piernas esperando de que eso fuera suficiente para que mi ponzoña viajara a su corazón y todo su cuerpo para poder iniciar el cambio.

Puse mi cabello detrás de mis orejas y me apoye en mis manos, una a cada lado del cuerpo de él a la altura de sus muslos, y lo observe con los labios separados y rojos notando como cerraba los ojos y dejaba caer la cabeza a un costado ante mi expectación de tener una señal de que me indicara si se iba a morir o a transformar, y esperaba con todas mis fuerzas que fuera lo segundo.

Finalmente su corazón dejó de latir, pero aun no podía saber el por que y si me deseo se había cumplido porque no sabía si podría vivir con la idea de haberlo matado. El sonido incesante de mi celular me sacó de mis pensamientos y lo agarre enojada para ver quien me molestaba en este momento crucial notando que era Alice, pero corte sin dudar. Casi inmediatamente comenzó a sonar y el de Julen también, así que agarre el de él y la pantalla marcaba el numero de Edward. Con un gruñido apreté el botón de atender de ambos celulares al mismo tiempo.

—¡No me molesten ahora! —grite con ambos celulares a centímetros de mi boca y los corte dejándolos apagados en un cajón.

Con eso hecho, me quede sentada en mis rodillas en la cama junto al cuerpo quieto y frío de Julen mientras todo permanecía en silencio y yo no sabia que hacer, por lo que mire a mi alrededor notando la destruida habitación por otros encuentros que habíamos tenidos y, siendo consciente que ya no podía hacer nada por él a este punto, me puse de pie y me encargue de arreglarla para cuando él despertara, si es que lo hacía...

Primero me encargue de barrer cada vidrio, astilla y cualquier otra cosa del suelo dejándolo brillante, después metí en una bolsa las sabanas y las almohadas rotas para dejar la basura cerca de la entrada. Volviendo, abrí la maleta de Julen, saque algo de ropa y se la puse, después lo agarre en mis brazos dejándolo en el gran sillón de la pequeña sala de estar de este piso superior y arregle toda la cama y luego lo volví a dejar ahí. Con el paso de las horas pude empezar a ver cambios y eso fue un gigante alivio para mi que casi me puse a reír de la sensación de pesadez que se había instalado en todo mi ser.

𝐒𝐈𝐍 𝐄𝐒𝐏𝐄𝐑𝐀𝐑𝐋𝐎, 𝐔𝐍𝐀 𝐍𝐔𝐄𝐕𝐀 𝐂𝐔𝐋𝐋𝐄𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora