☾15☽ ¿Beneficios?

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Lo escuche al hombre ir a la cocina a tomar agua, después dirigirse a su habitación en donde abrió su armario para hacer algunas cosas que obviamente no podía identificar por no ver. Luego de eso sus pasos se acercaron cada vez mas y mas al estudio, por lo que mire fijo la puerta. El picaporte giró y esta se abrió dejando ver a Sebastian que veía el piso hasta que cerro el elemento detrás de él y levanto la cabeza observando como si nada, pero al ver que alguien ocupaba la habitación se detuvo en seco.

—¡Sebastian! Te estaba esperando —levante las manos dándole la bienvenida con una sonrisa—. ¿Como estuvo la cena?

Él me miró sorprendido y después frunció el ceño haciendo una mueca con la boca, estaba enojado.

—¡Tu! ¡Mataste a mi hijo!

—Tal vez, pero después de todo era lo que se merecía —mire mis manos con los guantes negros como si observara mis uñas para después quitarme los anteojos guardándolos en el bolsillo del buzo prestando atención al silencio que él estaba haciendo.

—Así que realmente eres tu, Karo. Oí que te habían matado —relajo un poco los músculos de su rostro—. Realmente me moleste, esperaba matarte yo —confeso con una sonrisa de costado y yo me mordí el interior de la mejilla conteniendo cualquier impulso.

Por ahora.

—Supongo que fue una gran decepción para ti —me levante empezando a rodear el escritorio rozando con la punta de mis dedos el borde de este hasta dar la vuelta y sentarme en el borde con las piernas cruzadas en una pose relajada.

—Si, pero ahora podre hacerlo —soltó y se acercó rápidamente a mi agarrándome fuerte del cuello, me quería ahorcar, pero era completamente inútil y él se dio cuenta a los segundos.

Vi en su mirada la confusión, mi cuello al igual que todo mi cuerpo era tan dura como la roca, sin decir que congelada.

—Me temo que no seras capaz de hacerlo.

Con una mano lo agarre a él del cuello y lo levante en el aire haciendo que instantáneamente me soltara. Él coloco sus dedos alrededor de mi muñeca y gruño mirándome como podía, así que le sonreí y lo tire al suelo a un metro de mi. Sebastian se toco la zona lastimada antes de girar la cabeza a mi.

—¿Q-Que eres?

Me le acerque y me agache hasta quedar a centímetros de su cara.

—Algo diferente.

Lo pateé con fuerza y rodó en el suelo con el hermoso crujir de tres costillas rotas hasta detenerse contra la pared.

—¡Agh! — puso una mano tocando el lado con las costillas vencidas apretando muy fuerte sus ojos.

—¿Duele? —pregunte mirándolo desde arriba sin ningún tipo de expresión.

—N-o...

Entrecerré los ojos, ¿aún seguía actuando fuerte e invencible? ¡Ha!, pobre idiota.

—Entonces tendremos que hacer que duela —lo agarre de la camisa elevándolo un poco del suelo y con un rodillazo voló hasta el mueble mas próximo, chocando con este y cayendo seco al suelo.

No quería sangre por el cuarto, así que solo daba golpes para romper huesos, no para cortar piel o hacer graves heridas internas que lo hicieran escupir, además, si moría pronto tanto esfuerzo por tan poca diversión sería un desperdicio. Así que lo seguí golpeando por unos diez minutos mas, lo suficiente para dejar casi todos los huesos de su cuerpo rotos y todo su ser como un flan sin sostén.

—Per... doname, por favor...

Mire su cara, la única zona mas o menos estable de la sopa que era.

𝐒𝐈𝐍 𝐄𝐒𝐏𝐄𝐑𝐀𝐑𝐋𝐎, 𝐔𝐍𝐀 𝐍𝐔𝐄𝐕𝐀 𝐂𝐔𝐋𝐋𝐄𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora