Capítulo 48

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Candy y William terminaron de comer rodeados de la naturaleza y uno que otro animalito que aún rondaban la cabaña de Lakewood, y parándose comenzaron a llevar los platos de vuelta al interior.

ーCandy, no es necesario que los laves, le puedo pedir a alguien más que lo haga más tarde ーle dijo William, intentando detenerla.

ー¿Me vas a decir que aquel lavaplatos de Mike's no quiere ya mover un dedo? ーpreguntó ella, divertidaー. ¿De verdad piensas enviar a alguien más a recoger lo que nosotros usamos?

ーSi lo dices de esa forma se escucha pésimo. Por supuesto que no es mi intención comportarme como...

ー¿Como el millonario que eres? ーlo interrumpió Candy.

ーCandy, vamos. Tú me conoces mejor que nadie y sabes que...

ー¡Lo sé! Estoy jugando con usted, Sir Ardlay... pero en serio Bert, no nos pasa nada si nosotros los lavamos.

ーLo sugerí porque de todas formas los sirvientes tienen que venir a llevarse la comida que se quedó en el frigorífico. Yo regreso a Chicago pronto y dejarla aquí sería un desperdicio; aparte que quería pasar más tiempo contigo, por eso pensé que alguien más podía encargarse de lavar los platos ーle dijo.

ーPero así pasábamos el tiempo en la Casa Magnolia, ¿o me vas a decir que ya lo has olvidado?

ーPor supuesto que no lo he olvidado... y tienes razón, esto también es pasar tiempo juntos.

William y Candy lavaron, secaron y acomodaron los platos en su lugar, disfrutando de nuevo esos pequeños detalles, que habían hecho de su vida juntos en la Casa Magnolia una llena de cariño y calidez.

ーAlbert... ーle dijo Candy con voz apenas audible, mientras le pasaba el último plato.

ーSí, dime.

ーSiento que... me gustaría... quisiera... Quisiera ir al bosque.

ー¿Al bosque? ーpreguntó William, extrañadoー. Pero, estamos en el bosque, Candy.

ーNo... eh... quisiera ir al lugar en donde...

Candy no pudo terminar la frase, sin embargo sentía que le era necesario visitar ese lugar, sobre todo con Albert, el hombre que siempre había estado ahí para consolarla y quien la entendía mejor que nadie.

William percibió el ligero temblor en su voz y entendió a qué lugar se refería, dejó la toalla con la que había secado los platos al lado del fregadero y girándose hacia Candy la tomó de las manos instándole a levantar su cabeza y a verlo a los ojos, y una vez que lo hizo le preguntó:

ー¿Estás segura de que quieres ir? ーella asintió con su cabezaー. No has vuelto desde ese día, ¿verdad?

Candy lo negó y William la vio con ternura.

¿Por qué se estaba haciendo esto a ella misma? ¿Qué era lo que deseaba conseguir con esa visita, que seguramente le traería recuerdos muy dolorosos? Recuerdos que él intuía aún no había podido superar, ni con la "ayuda" de Terry en el San Pablo. 

¿Era acaso que quería enfrentarse de cara a su dolor? ¿Y quería que él la acompañara? Para él también era doloroso, aunque tal vez ella aún no lo interiorizaba; tal vez ella aún no se daba cuenta de que ese día, él había perdido su última conexión real con su amada familia.

Pero por ella haría lo que fuera, volvería a enfrentar sus miedos y sus remordimientos, volvería a estar de luto si era necesario. Si ella quería ir a las puertas de la muerte, él la acompañaría y las enfrentaría también a su lado.

Siempre te esperéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora