Capítulo 27

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ーSeñorita Candice, bienvenida. Mi nombre es Sonia y el día de hoy seré su mucama. La señora Elroy me ha ordenado que la guíe a la habitación que han asignado para usted y que la ayude a arreglarse para su compromiso ーle dijo la joven a Candy, al recibirla en la puerta principal de la mansión de los Ardlay y después de presentarse con una reverencia.

ーMucho gusto, Sonia ーcontestó Candy amablemente.

ーSeñor Villers ーcontinuó Sonia, dirigiéndose ahora a Georgeー, yo me encargaré de la señorita Candice a partir de este momento ーdijo, terminando con una ligera inclinación de cabeza.

ー¿George? ーdijo Candy, volteando a verlo un poco nerviosa. 

ーSeñorita Candy, todo estará bien.

ーMuchas gracias George.

George se despidió de ella inclinando la cabeza y se dirigió de inmediato por el pasillo que lo llevaba hasta la puerta oculta que conectaba con el ala este.

Candy siguió a Sonia a la habitación que le tenían asignada en el segundo piso. Al caminar por los amplios pasillos de mármol, pudo darse cuenta de que la mansión era un ir y venir de sirvientes adornando todo con flores frescas, quienes sin excepción se paraban al verla y la saludaban con una pequeña reverencia mientras ella avanzaba. Candy, que no estaba acostumbrada a ello, se sorprendió y ruborizó ante tal recibimiento de la servidumbre; nunca antes la habían tratado con semejante deferencia.

ーHemos llegado a su habitación señorita Candice ーle dijo Sonia mientras le abría la puerta y se hacía a un lado para que Candy ingresara primero.

Candy entró a una suntuosa habitación de huéspedes, que aunque elegantemente decorada era de tamaño moderado. Sobre la cama pudo ver un vestido de satín color durazno, que inmediatamente pensó le resaltaría más las pecas y que además estaba casi segura era al menos una talla más grande de la que ella usaba; al menos tenía un cinto que podría ajustar.

ーEl señor Neal le ha dejado este vestido para que lo use, señorita.

ーMmmhh... ーse quejó Candy haciendo una mueca.

ーY también le dejó esta nota ーdijo Sonia, entregándole la misiva.

Candy no quería leer la nota, no quería usar el vestido, pero parecía que no tendría otra opción, así que sacando la nota del sobre leyó:

Candy, 

Por fin.

El día ha llegado y ya no podrás rehuirme más.

No puedo esperar a besarte.

Neal.


«¡Puaj!... ¿Quién se cree que es?», pensó Candy tirando la nota sobre el tocador y sobresaltándose de inmediato al escuchar que alguien llamaba a la puerta. Solo esperaba que no fuera ese patán de Neal.

Sonia se acercó a la puerta y la abrió, sorprendiéndose al ver a uno de los sirvientes de más alto rango frente a ella.

ー¡Señor Edward! ーle dijo al recién llegado. 

ーBuenas tardes Sonia, se me ha ordenado traer esto para la señorita Ardlay. Me han dicho que ya ha llegado y que podía encontrarla aquí.

ーSí, un momento.

Candy escuchó el intercambio de palabras de ambos sirvientes y se acercó a la puerta, en donde un hombre de mediana edad esperaba con varias cajas en sus manos.

Siempre te esperéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora