Capítulo 28

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Candy se dirigió rumbo al lago como William le había pedido, mientras él contestaba las incesantes preguntas de la prensa, quienes como todos en la recepción, estaban totalmente encantados con la recién descubierta identidad del patriarca de la familia Ardlay, uno de los hombres más poderosos de Chicago, de los millonarios más prominentes del país y ahora, seguramente, uno de los solteros más codiciados del mundo.

La tía Elroy observaba todo sentada, pensando y pensando en lo que acababa de presenciar. No estaba complacida con la ruptura del compromiso, pero a su vez no podía estar enojada con William. La verdad era que su sobrino, como siempre, había demostrado su enorme talento y gran capacidad de negociación al haber convertido, sin mayor esfuerzo, lo que bien podía haber sido el fiasco más grande del año, en una gran celebración. Había sido capaz de desviar toda, o la mayor parte de la mala atención y la vergüenza que el compromiso fallido hubiera podido lanzar sobre la familia Ardlay, y poniéndose él mismo bajo los reflectores, había brillado y brindado aún más honor a la familia. En pocas palabras, había salvado el día.

La tía Elroy también había podido darse cuenta de que Neal, al contrario de lo que él había dicho, era realmente un chico de carácter débil que efectivamente nunca se hubiera enlistado en el ejército, pero que como chiquillo malcriado había estado dispuesto a hacer un berrinche en público para salirse con la suya; esperaba no tener que lidiar con las consecuencias de su imprudente e insensato comportamiento en sociedad. En definitiva, era mejor si Raymond se llevaba a toda la familia a vivir en la residencia de Florida con él.

¿Candy?... Bueno... Candy... La verdad era que no quería pensar en ella. De solo ver la forma en que William la había defendido y después la había llevado a la pista de baile frente a toda la concurrencia... no, era mejor que pensara en eso otro día. Y obviamente no quería ni siquiera echar a volar un poquito su imaginación en lo referente a todos esos años que vivieron juntos. ¡Y con William amnésico, ni más ni menos!

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Candy llegó al lago y se quedó viéndolo por unos minutos absorta en sus pensamientos, aún tratando de asimilar todo lo que acababa de suceder en el salón y tratando a la vez de esconder en lo más recóndito de su mente cualquier duda o expectativa acerca de su relación con Albert; y viendo que su amigo tardaba más de lo planeado, decidió subir a uno de los árboles para retraerse un poco.

«Me pregunto cuál será la reacción de la señorita Pony y la hermana Lane, cuando se enteren de quién es el tío William».

ーCandy... ーse escuchó la voz dulce de alguien buscándola desde los jardines, haciendo que su corazón empezara automáticamente a latir con más fuerza.

ー¡Aquí estoy, aquí arriba! ーle gritó, desde una rama alta. 

ー¡Ya veo! ¿Así que ya estás ocupando el palco de honor?! ーcontestó William.

ー¡Deberías venir a acompañarme, es muy agradable! ーgritó Candy de nuevo. 

William se zafó la corbata, se quitó el saco, los colgó sobre una rama gruesa del árbol y justo antes de empezar a escalar, se desabrochó unos cuantos botones de su camisa y se arremangó.

ー¡Ups! ーdijo cuando vio que su camisa se atoraba en una de las ramas.

ー¿Tú también? ーpreguntó Candy, divertidaー... A mí también se me ha roto un poco la falda.

ー¡Sería mejor no llevar estas ropas cuando escalamos!... ¿Sabes?, vamos a tener que regresar pronto al salón, en poco más de media hora servirán la cena ーle dijo él, mientras sentándose a su lado silbó, para atraer a varios pajarillos que revoloteaban a su alrededor.

Siempre te esperéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora