Frío

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Shigaraki logro noquear a los hombres que trataban de ir tras Izuku. 

Había sido un idiota ¿Qué pasaba por su mente cuando prometió no asesinar a nadie?

-Joven lo que está haciendo no está bien. Tratar de ignorar los pedidos de un Dios, no es bueno- El anciano hablaba, alejado de la pelea. Se notaba el nerviosismo en su voz. -Ese joven está destinado a algo más grande que él, el futuro de muchas personas depende de él.

Era complicado mantener una pelea de uno contra cinco. Podría terminar más rápido si los asesinaba, pero no contaba con su Quirk y tenía esa molesta mirada verdosa en su mente que no le dejaba tranquilo.

-Entonces, ese chico es el sacrifico.

Ninguno de los sujetos que peleaba contra él sabía algo sobre peleas. 

Ver al anciano fruncir el ceño, provoco una risa en Shigaraki. Recibió varios golpes, pero realmente no le causaban gran daño. No comparados con el golpe que le había dado el mocoso pelirrojo o los golpes que recibía cuando peleaba contra héroes.

El golpe que si le causó daño, fue el que recibió en su nuca. No se había percatado de que uno de ellos cargaba un garrote.

Cayó de rodillas, aturdido, se movió esquivando otro ataque -Si recibía otro, lo noquearían- su atención estaba en el tipo que portaba el garrote, quería matarlo. Cuando su mano se movió hacia su bolsillo, en busca de la daga, por su mente pasó el rostro lloroso de la noche anterior . Bufo irritado y agarro el garrote cuando tuvo la oportunidad, miro la máscara de zorro que portaba ese hombre, la tomo con sus cinco dedos.

-Tengo todas las intenciones de asesinarte. A ti y a los que nos rodean- Su mirada fría, desprendiendo una sed de sangre abrumadora, confirmaba sus palabras. Con sus cinco dedos toco el rostro descubierto, casi imaginándolo desvanecerse entre sus dedos.

Los que aún seguían en pie, miraban paralizados la escena. El cuerpo del tipo sin mascara yacía en el suelo junto a su garrote, inconsciente. Ninguno tenía la intención de acercarse, sentían que sus vidas corrían peligro.

-Vamos, ¿ya nadie piensa atacarme?- Cada paso que daba hacía retroceder a los hombres en pie, apenas cuatro hombres, contando al viejo.

Esa era su oportunidad.

-En ese caso ¿Qué tal si hacemos un trato?- Shigaraki detuvo su avance y miro con seriedad al viejo -Tienen que entregar un sacrificio al Dios ese, pero el chico que dejaron inconsciente no. Tiene que ser otro, cualquiera, me da igual quién pero tiene que ser rápido y sin contratiempos, no formen un escándalo.

-¿Qué?... ¿Qué ganamos nosotros con ese trato?

-¿Sus vidas no les parecen suficientes?- Shigaraki sonrió y se acercó, los hombres cercanos al anciano retrocedieron, dejándole solo en su lugar -Aunque realmente no es como si sus vidas valieran algo para mí.

-Pe... Pero si no es ese chico, el sacrificio no servirá.

-Abstente a obedecer.

"Una vez el miedo te atrapa, te encuentras perdido, dejas de pensar y pierdes tu voluntad. Te vuelves una marioneta impulsada por el deseo egoísta de tu propia supervivencia, -Sobrevivir como sea sin importar las consecuencias- Ese es el pensamiento que se graba en ti cuando sudas frío y tu corazón late como loco."

Cuando los hombres se marcharon -llevándose a varios de los tipos inconscientes- Shigaraki se mantuvo esperando, debía asegurarse de que nadie le vigilara.

Camino por varios minutos, siguiendo la dirección que había señalado al estudiante, hasta que cayó en cuenta de un pequeño detalle; no sabía dónde buscar a Midoriya.

-Maldita sea- se detuvo. Necesitaba ese descanso, caminar en la oscuridad sin un rumbo fijo no era una buena estrategia.

. . .

Una luz a lo lejos le puso alerta, era tenue pero se acercaba a gran velocidad, se ocultó esperando a que la persona pasara. No tenía ganas ni energía para tratar con otro ser humano en ese momento. A un lado de su escondite, tras el tronco de uno de los tantos árboles, paso corriendo una cabellera esponjosa y revoltosa. Coloco su pie y el chico tropezó soltando un chillido, no se estampo contra el suelo gracias a la misma persona que le había hecho tropezar.

Tuvo un deja vu, que le calentó el pecho, cuando el chico le sonrió al reconocerlo.

-¡Shigaraki! Pensé que no te encontraría. Bueno como esta oscuro y además de eso estaba el hecho de que ninguno sabía dónde se encontraba el otro, además no sabía en qué estado te encontrabas, o si estabas en el mismo lugar y es un poco difícil orientarse de noche en un lugar totalmente desconocido. Llegue a pensar que estaba perdido o que tú estabas perdido, incluso Kiseki-kun me dijo que era un desperdicio de tiempo buscar y yo le-

-Para ¿Desde cuando hablas tanto?- lo detuvo a medio murmullo. Vio divertido el nerviosismo del chico -La noche pasada no dejabas de llorar y ahora no dejas de murmurar.

-Disculpa- No apartaría su mano de su cintura, le gustaba esa cercanía -Por... ¿Por qué no usas todos tus dedos?

-¿Qué?

-Lo note desde que llegamos, aun cuando no tenemos nuestras peculiaridades sigues sin usar todos tus dedos. ¿Se volvió una especie de tic?

La curiosidad se abrió paso ante la timidez y por un momento, Shigaraki se sintió indefenso ante Midoriya.

Movió su mano libre y la acerco al rostro del pecoso, solo tocando un poco la mejilla llena de pecas, era difícil verlo en la oscuridad pero eso solo le facilitaba la excusa de necesitar acercarse.

-Estas helado- susurro, sintiendo como la mejilla empezaba a calentarse por el sonrojo. No sabía que ese sonrojo se vería tan bien de cerca. 

AdversidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora