Ansiedad

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—Oye, sabes que si necesitas algo me lo puedes pedir ¿no? —Dijo mi mejor amigo por llamada.

Dos llamadas en un día no era novedad, cualquier cosa aunque fueran las tres de la mañana/madrugada, nos la hacíamos saber en el momento.

—Ya lo sé tontín, pero quiero hacer algo por mi esfuerzo. Además, no quiero que gastes tu dinero en mí cuando puedes en ti.

—Como tú digas, pero sabes que el dinero no es un problema para mí. —Cualquiera hubiera pensado en egocentrismo, pero era cierto; Leo se bañaba en oro.

—Bueno, tengo que ir a hacer una llamada, hablamos luego. —Colgué.

Estaba muy emocionada, tanto que ni siquiera acomodé mi despensa después de llegar.

Saqué el pedazo de papel donde estaba escrito el número del restaurante de mi bolso, y lo coloqué en mi mesa al mismo tiempo que me sentaba en una silla para quedar frente a él. Comencé a teclear el número y sentía que explotaría de tanto nerviosismo.

— ¿Si? ¿Diga?—contestó una mujer que por su voz diría que tiene unos 40 años.

—S-si, buenas noches. Llamaba por el trabajo de mesera. —Tartamudeaba. Sentía que mis mejillas estaban sonrojadas, creo que tanto como un tomate.


Tom

—Ay vamos Tom, ¿no me digas que no sientes nada por Zendaya? —Me preguntó Harrison con su típico todo de burla.

Íbamos en mi auto hacía mi casa, pues mi familia lo había invitado a cenar. Obviamente, era mi mejor amigo.

— ¿Es enserio? ¿Tú igual crees que estoy saliendo con ella? —Lo miré separando mi mirada de enfrente fulminándolo con la mirada.

—Es más que obvio que ella te quiere. —dijo despegando su mirada de mí, ya que al parecer, lo intimidé.

—Si, y yo igual la quiero; pero como una amiga, no como ella piensa o como tú piensas. —Dije mientras regresé mi mirada al camino.

—Esta bien, esta bien. Pero algún día te darás cuenta de que tengo la razón. —Mis mejillas se sonrojaron involuntariamente, no de amor hacia ella, sino de pena.

Llegamos, estacioné el auto frente a mi casa y bajamos. No dejaba de pensar en aquello que Harrison me decía.

Somos amigos ¿No? ¿Por qué piensa que la quiero más que solo una amiga?

Entramos y nos dirigimos a la cocina. Ahí estaba mi madre, dándome las espaldas frente a la estufa. Llegué y la saludé como a todos mis hermanos y mi padre.

— ¡Buenas noches, familia! —Dijo Harrison casi gritando. Todos reímos ante su saludo.

—Buenas noches, Harrison. —Dijo mi padre, quien lo saludo con un típico abrazo de "hombres". 

Deje de verlos y me acerqué a mamá para ayudar a poner la mesa y Harrison hizo lo mismo.

La comida olía delicioso, mi estómago rugía más y más; no había comido, el trabajo me mantenía tan ocupado que no tenía tiempo de comer.

Cuando por fin estábamos comiendo no dije ni una palabra, estaba disfrutando tanto mi comida que no me prestaba atención a que había más gente a mi alrededor.

— ¿Cómo estuvo el trabajo hijo? —Preguntó mi padre, sacándome de mi atención por comer.

—Cansado papá, no comí en todo el día. —Dije con un tono exhausto. Mi cansancio estaba matándome.

El detrás de mí pasado. (Tom Holland y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora