Pánico

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—Acércate, ____. —Lo hice. —Eso es, no te detengas.

La cercanía cada vez era mayor. Mi cuerpo temblaba del frío pero resistía para poder estar junto a ella.

— ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué me dejaste?

—No te dejé.

— ¡Estás muerta!

—Pero sigo a tu lado. —Sonrió.

—No es verdad, me dejaste. —Me detuve. — ¡¿Por qué me dejaste?!

—No lo hice, hubieras muerto si yo no me hubiese soltado. —Las lágrimas comenzaron a recorrer mis mejillas.

—Prefería eso a ya no tenerte junto a mí.

—Claro que lo estoy. Ahora mismo yo... —Se calló. Su voz fue cortada por el agua que salía de su boca, impidiendo que ella pudiera respirar.

— ¡Sídney! —Desperté.

Me senté en la cama. El aire me faltaba y mis labios comenzaban a tintarse de un púrpura leve. Me levante de ésta e intente caminar recargándome de las paredes, pero era en vano. Caí y me inqué. Una mano estaba sobre mi pecho, la respiración cada vez era más inexistente.

El cuerpo de Tom se retorció levemente poniendo su mano en todas direcciones. — ¿____? —Se incorporó. — ¡___! ¿Qué te sucede?

Corrió hasta estar junto a mí y se agachó.

—Mírame, mírame. —Tomó mi rostro.

—Creo... Creo que estoy teniendo un ataque de pánico. —Dije con la voz entrecortada.

—Todo estará bien, tranquilízate.

—No puedo... No puedo respirar.

—Respira conmigo. —No funcionó.

—No mires atrás, no mires atrás, no mires... —Grité de desesperación. — ¡¿Por qué no funciona?! No mi... —Mis palabras fueron cesadas.

Tom me besó. Me tomó fuertemente de las mejillas y ahora el aire era nulo. Lentamente se alejó y me miró a los ojos. Su expresión era de preocupación y el ataque que estaba experimentado se había disipado.

— ¿Cómo... —Interrumpió.

—Yo... Una vez leí que un ataque de pánico se podía detener conteniendo la respiración, y al besarte fue como si te lo impidiera.

—Gracias. —Susurré y lo abracé.

— ¿Ya te había pasado?

—Sólo un par de veces.

— ¿Qué sucedió? —Se separó y tomó mis mejillas. —Si no quieres hablar, está bien. Pero sabes que puedes contar conmigo en lo que sea ¿de acuerdo?. —Sonreí de lado y asentí.

— ¿Por qué no mejor bajamos a desayunar algo?

—Por supuesto, panquesito.

Se incorporó y extendió una mano, acepté y ambos caminamos tomados de ellas hasta la cocina.

—Prepararé un chocolate caliente. ¿Gustas?

—Me encantaría. —Sonreí.

—Hay un pequeño centro comercial a dos calles de aquí. Iré por un poco de pan, ¿esta bien?

—Sí, solo deja voy... —No terminé la oración. Caminé hasta mi bolso y de él saué unos cuantos billetes. —Ten, compra lo que necesites con esto.

El detrás de mí pasado. (Tom Holland y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora