Solos, tu y yo 1.2

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*flash*

— ¿En serio me acabas de tomar una foto?

—Te ves muy lindo de perfil. —Mis mejillas se sonrojaron. Dejé de mirarlo y de nuevo miré la pantalla de mi celular.

— ¿Y ahora qué haces? —Desvió por un momento la mirada del camino.

No respondí, en cambio, le mostré mi celular. La foto que anteriormente había tomado ahora era mi nuevo fondo de pantalla.

—Y según Hazz, yo soy el cursi. —Rodé los ojos.

— ¿Ya me dirás a dónde vamos?

— ¿No sabes lo que es una sorpresa?

—Buena táctica, me sorprendes Holland.

— ¿Qué? —Hizo una mueca de duda.

—Ya sabes, responder una pregunta con otra para que yo responda la tuya y la mía quede en el olvido.

—Entonces, es una buena herramienta de salida, ¿no?

Reí. —Pues si así no me responderás, pues, creo que sí.

Ambos nos miramos con una sonrisa de oreja a oreja. No tenía ni la más mínima de lo que me esperaba pero siendo a su lado, todo será mágico.

(...)

No había pasado mucho, pero las ansias por saber a dónde me llevaría el destino me comían cada vez más haciendo que el tiempo fuera eterno. Sonreí al sentir que el auto se detenía poco a poco.

Por fin.

—Escucha, como tú quiero que veas este bello lugar, pero es una sorpresa así que...

—Así que me vendarás los ojos. —Reí.

— ¿Acaso lees las mentes? —Dijo al mismo tiempo que extendía su mano a la parte trasera del auto y sacaba un pañuelo negro.

—No, pero desearía poder hacerlo. —Acto seguido, Tom tomó suavemente mi cabeza para rodear a ésta con el pañuelo, haciendo un nudo.

— ¿Cuántos dedos ves?

— ¿4?

—Bien. —No podía ver nada pero sonreí al imaginar una sonrisa triunfadora en él.

Tom bajó del auto y en un par de segundos mi puerta se abrió, extendió su mano para tomar la mía y con la otra tomó mi bolso dejándolo en la palma de mi mano desocupada. Salí de éste y el cerró la puerta y poner llave. Caminamos y caminamos. El olor a especias era cada vez más fuerte y mi estómago rugía.

Después de unos minutos de una larga caminata y tropiezos de mi parte habías llegado a la equis en el mapa del tesoro. Tom se paró frente mío y lentamente desató el pañuelo de mis ojos, tardé un poco a acoplarme a la luz que daba en mi rostro. Cuando por fin veía claramente, los ojos se me cristalizaron: Un hermoso balcón con rosas y plantas en la orilla del barandal era lo que tanto había esperado, unas perfectas sillas de roble y una pequeña mesa cubierta de un mantel blanco que parecía sacada de una película de princesas estaban ordenadas en el centro. Todo era, perfecto.

Detrás de mí estaba Tom, viendo como admiraba cada rincón de aquel lugar. Volteé para mirarlo, sin dudarlo lo besé y sus manos rodearon mi cadera. Nos separamos y la mirada estaba fija en nuestros labios.

—No debiste, Tom. —Susurré.

—La química entre nosotros nació en cuestión de días, tu sonrisa, tú todo me enamoró. ¿En serio no debí sorprenderte así?

El detrás de mí pasado. (Tom Holland y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora