Mariposas

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Después de cinco mesas por atender me fui a una de las bancas que estaban junto a los lockers, era ya la hora del almuerzo, pero no comí del restaurante, no iba a desperdiciar el sándwich que llevaba.

Mientras comía mi mente no dejaba de pensar en Zendaya y Tom Holland. No tenía palabras para decir lo entusiasmada que estaba. Era algo inexplicable que en mi primer día de trabajo haya atendido a dos famosos.

Llamé a Leo, esto era algo que tenía que saber y ya.

—¿_____? ¿Estás bien?—. Dijo con un tono adormilado. Parecía preocupado.

—Perfectamente, nunca estuve mejor—. Sonreí.

—¿Y entonces por qué llamaste a esta hora?—. Se escuchaba molesto pero no me importó.

—No vas a creer a quien acabo de atender—. Se quedó callado esperando mi respuesta. —Tom Holland y Zendaya.

Una pausa de 10 segundo tomo lugar en la llamada. A través del celular se alcanzaba a escuchar como Leo al parecer se acomodaba en su cama para estar más cómodo.

—¿Es una broma, cierto?

—¿Acaso me escucho que esté bromeando?—. Di el último mordisco a mi sandwich y tiré el envoltorio al contenedor de basura.

—Tienes que pedirles una foto—. Solté un carraspeo y por un momento me ahogué un poco.

—¿Estás loco?

—Ay vamos, ______. Tu más que nadie sabes lo locos que estamos por Marvel y el conocer a dos grandes actores de la saga es algo único—. Solo prestaba atención. —Hazlo por mí, ¿Sí?—. Su tono cambió a uno de un perrito suplicando.

—De acuerdo, bien—. Mi mejor amigo festejó diciendo un Yes!". Solté una pequeña risa. —Te mantendré al tanto, te quiero.

—Igual te quiero—. Colgué.

Mis manos sudaban. No quería pasar una vergüenza, si dieran premios por eso hubiera varios ya ganado. Me asomé aún sentada a la mesa de Tom y Zendaya, ellos aún seguían cenando. No me iba a quedar ahí para siempre, tenía que trabajar.

Me levanté y me coloqué en un punto en el que los comensales de mis mesas asignadas pudieran verme. En caso de que necesiten algo, estaré a la vista.

En ese rato dos mesas me pidieron la cuenta. Eso hacía que mi mente se despejará un poco en cuanto a la foto. ¿Cómo la pediría? ¿Me desmayaría en el intento? Con el paso del rato el restaurante estaba casi vacío, solo quedaban cuatro mesas, entre ellas la de la familia de Tom.

Me percaté que también estaba Harrison, mis nervios estaban por pasar mi límite. De pronto una voz masculina me habló, Tom. Me acerqué.

—Disculpa, ¿Puedes traernos la cuenta?—. Dijo con una sonrisa amable.

—Por supuesto, jovén—. Di media vuelta y fui al mostrador.

Tomé el papel donde decía lo que habían ordenado, hice las cuentas y anoté el total. Coloqué unas ocho mentas sobre la pequeña canasta y el papel de la cuenta. Me dirigí a la mesa.

—Tengan—. Solté la canasta dejándola  y por alguna extraña razón Tom me veía con mucha concentración.

"¡Esta mirándome!"

—Gracias, señorita—. Dijo la mamá de Tom. Sonreí.

Me retiré dejando unos tres metros de distancia y mientras me alejaba sentía una mirada a mis espaldas. ¿Acaso seguía siendo Tom? Volteé en dirección a la mesa esperando que en la canasta dejarán el dinero. Tom cambió el sentido de su rostro rápidamente al ver qué lo miré. Mis mejillas se tornaron un tanto rojiza pero hacia el esfuerzo para que no se notara.

El detrás de mí pasado. (Tom Holland y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora