Tour

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Sudor, impaciencia y una gran cantidad de nervios invadían mi cuerpo.

Era el día en que conocería por primera vez mi futura universidad. Estaba siendo un poco cursi, pero me sentía tan esperanzada por esperar un buen futuro para mí.

Caminaba hacia la susodicha. Mis piernas temblaban cada vez más.

El sonido de un clakson me distrajo e hizo que me exaltara. Giré hacia aquel sonido, Hazz, quien estaba en su auto, me esperaba. Me saludó y correspondí.

Me acerqué al no entender su propósito y éste bajó la ventana del asiento del copiloto.

— ¿Qué haces aquí? —Dije dudosa.

—Tom me envió. Dijo que no iba a dejar que te pasase algo y no pudiera haber hecho algo al respecto. —Gruñí.

Vaya, que sobreprotector eres Tom.

—Lo siento. Pero, puedo cuidarme yo sola.

Di media vuelta y seguí mi rumbo.

Una vez más, el clakson de Hazz sonó.

— ¡No dejaré de seguirte a pesar de que no estés en el auto! —Rodé los ojos.

Y así fue, no dejó de seguirme durante más de diez minutos.

Me desesperé y opté por subir al auto.

—Tom me dio indicaciones estrictas. —Arrugué el entrecejo.

— ¿Qué?

—Te daré mi número, y, cada vez que lo necesites, me llamarás y yo estaré en cuestión de segundos tocando tu puerta.

— ¿Enserio Tom fue capaz de hacer esto?

—Oye, no creas que yo estoy muy contento.

— ¿Y por qué haces lo que él te diga? —Giró su mirada hacia mí. —Es decir, es tu mejor amigo, pero no por eso harás lo que él te ordene.

—No lo hago por obedecerlo. Está preocupado por ti, y, créeme, jamás había visto a Tom así de preocupado por alguien más que no fuera su familia.

Me sonrojé. Podía ser muy protector, pero era algo que me había llegado al corazón.

—Entonces, no tendré de otra más que llamarte para que seas mi chófer privado. —Reí.

—Tampoco abuses, niña.

— ¿Perdón? ¿Acaso me dijiste niña?

—Puede ser, lo eres ¿no?

—Soy una mujer, ya no soy una niña. —Hice puchero.

—Una mujer no hace pucheros. —Rió a carcajadas.

(...)

El camino se llenó de risas y más risas. Se asemejaba como estar con Leo, pero, era diferente. Harrison no era tímido, sino un chico muy extrovertido; tenía algo en el que aseguraba que era más fuerte por dentro que por fuera. Era alguien, especial.

—Llámame. —Asentí.

Bajé del auto y me despedí con un movimiento ladeado de mi mano.

Arrancó el auto y se fue. Giré quedando frente a una enorme y bella entrada a la universidad. La escuela era demasiado alta y no tenía paredes exteriores, en cambio, ésta tenía unos grandes ventanales. Las calles estaban hechas de roble y estaban decoradas también con pequeños árboles.

Me encaminé con las manos temblorosas. Entre por la puerta giratoria.

El olor era tan particular. Tenía un aroma a rosas y materiales nuevos.

El detrás de mí pasado. (Tom Holland y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora