Una noche juntos

805 55 17
                                    

*Narrador omnisciente*

12:45. ____, salía apenas del trabajo; había decidido trabajar turnos extras para que, en el gran día, tuviera mucho más tiempo del disponible y arreglarse lo más hermosa que pudiera. Después de todo, sería una noche especial.

Llamó a un taxi, quien la recogería en la entrada de aquel restaurante. Con las piernas bien juntas por el frío ambiente y las manos acariciando sus brazos con rapidez, espero sentada en una de las bancas de la gran banqueta de la calle.

Un sonido proveniente de su bolsillo hizo que cambiara su atención de la carretera; agachó la mirada, sacó su celular del abrigo, y al ver la pantalla, una gran sonrisa alumbró su rostro: era Tom.

•••

______

—Vaya, no creí que me extrañaras tan rápido—. Solté una pequeña carcajada.

—A ti, siempre te estoy extrañando—. Sonreí. —Pero ese no es el caso, ¿es cierto que aún sigues en el trabajo?—. Dijo en un tono airado, pero a pesar de ello: reí.

— ¿Cómo lo supiste?

—Leo—. ¿Si sabes qué es guardar un secreto, verdad Leo? — ¿Sigues ahí?

—Sí, de hecho estoy esperando un taxi. Llamé para que uno viniera por mí, pero no ha llegado ninguno—. Arqueé una ceja. — ¿Por qué lo preguntas? Ni creas que vendrás por mí.

—Por supuesto que lo haré, no voy a dejar que te subas a un taxi cualquiera. Mucho menos a esta hora, ____—. Suspiré.

Era un gesto bastante lindo; pero como dice él, a esta hora el ya no puede salir, no debe.

—Tom, escucha. Estaré bien, ¿sí?

—____...

—Tranquilo, tengo un plan. No es la primera vez que lo uso—. Sonreí para mí.

—No me agrada para nada esto.

—Lo sé, y a mí tampoco; pero ya te lo dije, estaré bien—. Qué específica.

—Si tienes que usar tu fuerza, úsala—. Estaba a punto de interrumpirlo pero siguió hablando. —Leo también me habló de que tomaste clases de defensa personal hace un tiempo.

Rodé los ojos. — ¿Hay algo qué no te haya contado acerca de mí?

—No, eso es todo—. Sonreí.

La llamada fue interrumpida por el sonido de un claxon: el taxi había llegado.

—Ya llegaron por mí, te quiero.

—De acuerdo, también te quiero—. Me levanté de la banca. —Me llamas en cuanto llegues, ¿ok?—. Reí en lo bajo.

—Está bien, bye.

—Bye—. Colgué.

Caminé en dirección al taxi, abrí la puerta y me subí a éste.

—Buenas noches, señorita—. Para mí, no tan buena suerte, era un hombre. Tenía el aspecto de ser mayor por su voz, era robusto y además tenía una barba que llegaba a la altura de sus hombros.

—Buenas noches—. Sonreí amablemente.

— ¿A dónde?—. Preguntó y me miró por el retrovisor.

— ¿Podría dejarme fuera de Kensington High Street?—. Dije que tenía un plan, ¿no?

—Por supuesto—. Agradecí con una sonrisa dulce y el auto se puso en marcha.

El detrás de mí pasado. (Tom Holland y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora