Comunicación ilícita

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El lugar era extremadamente refinado. Podía sentir el olor de los muebles de madera y el de los adornos recién limpiados. Miré a todos lados, imaginando que estaba en una película; parecía totalmente irreal. Pellizqué uno de mis brazos, soltando un gemido de dolor, me di cuenta de que no estaba en un sueño.

Habíamos llegado en un santiamén, pues al parecer, la distancia de mi departamento a su pent-house fue casi nula. Sean arrojó su maletín hacia uno de los sillones de la sala principal, como si fuese un costal de verduras. Reí ante su acción.

— ¿Qué? —Preguntó con una sonrisa ladeada.

—Es que, parece que no tienes nada que te importe ahí dentro. —Señalé el susodicho.

—En realidad no. Son sólo libros y unos cuantos lápices y plumas.

Negué con ironía.

—Bueno, ¿y los demás? —Miré hacia los lados. —Dijiste que vendrían más modelos para tus fotografías.

—Fue sólo una mentira piadosa para que accedieras. —Se acercó más a mí.

Comencé a sentirme incómoda ante su cercanía. Me alejé por cada paso que éste daba. Al sentir el sofá en mis piernas, supe que no había más espacio por retroceder, así que lo detuve con las palmas de mis manos. Podía sentir su tonificado pecho, lo que causó mayor desasosiego.

Reí nerviosa. —Vaya, que cerrado espacio.

— ¿Y no te gusta? —Sonrió desvergonzado.

—No. —Qué brusca. —Quiero decir, ¿por qué no comenzamos con la sesión?

—Si tú quieres, pero yo me la estaba pasando bien.

Giró y se encaminó al interior de su hogar. Suspiré por lo bajo, aliviada. Tomó su maletín con una mano y la colgó en su hombro; entendí que debía seguirlo y caminé a sus talones.

Llegamos a lo que parecía ser un estudio; tenía las típicas paredes de un set de grabación, con formas tridimensionales de un color grisáceo. Cámaras en cada esquina, micrófonos con sus respectivas bases y una sala de grabación adornaban aquella cabina.

— ¿Todo esto es tuyo?

—En parte. Mis padres trabajan representando a algún músico local; una que otra vez también representan a cantantes reconocidos, pero casi siempre es lo primero.

—Entonces, ¿están enterados de que lo usaremos para tu proyecto?

—Por supuesto que no. —Replicó sarcásticamente. —Ni porque es para la universidad, me lo permitirían.

Reí levemente. —Pues, si no lo están, tendremos que hacer esto rápido. No quiero ser espectadora de cómo te reprimen.

Acto seguido, Sean me indicó como tenían que ser mis poses. Yo solo hacía caso, pero me resultaba difícil y confuso, pues para nada era experta en este aspecto.

El ambiente se hundió en un mar de risas, y carcajadas por parte de los dos. Resultó ser de lo más entretenido, aunque, lo que había pasado anteriormente me hizo dudar de las verdaderas intenciones de Sean; la frase de Brooke retumbaba en mi mente como martillazos: "No caigas en sus enredos. No querrás hacer algo de lo que después de arrepentirás."

(...)

—Quedaron fantásticas, es un hecho que serás un prodigio para éste trabajo. —Le sonreí.

A pesar de las constantes pausas por mis caídas, las fotografías salieron a la perfección.

—Me alegra que te haya gustado. Definitivamente obtendré una gran calificación con semejante escultura de los dioses.

El detrás de mí pasado. (Tom Holland y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora