¿Tu aquí?

715 57 20
                                    

Tom

—Tienes que elegir una y ya, Tom.

—Relájate, no es tan fácil como tú crees—. Rodé los ojos.

—Es solo una camisa.

—Pero para una ocasión importante, ¿acaso no te das cuenta? Es mi primer cita con ____.

Hazz suspiró. Se dió la vuelta dejándome solo en uno de los colgadores.

—Diablos, Tom. ¿Qué tan difícil es escoger una camisa?—. Susurré.

Después de unos minutos sin aún elegir la correcta, Hazz se me acerca con una camisa de botones roja/vino en manos y me la extiende.

—Ten, pruebatela y me dices que tal—. Asentí y se la quité de manos.

Caminé a uno de los vestidores y entré cerrando la cortina detrás mío. Me coloqué la camisa y me miré al espejo. Una sonrisa de lado se tornó en mí y salí del vestidor.

—¿Y?—. Pregunté. Extendí los brazos a mis lados y veía detalladamente cada parte de la camisa.

—Viejo, es la indicada—. Sonrió.

—Enserio, Hazz, se sincero conmigo. He esperado esto con ansias y...—. Interrumpió.

—Tom,—. Se levantó de aquel sillón tomó mis hombros. —si te digo que está camisa es la indicada, es por qué lo es—. Sonreí. Separó sus manos de mí. —Ahora ve y cámbiate, aún faltan muchos detalles para mañana.

Asentí y me dí la vuelta para de nuevo estar en aquel cuarto. Quería estar lo más perfecto posible, quería estar perfecto para ella. Después de todo, es nuestra primera vez, solos.

•••

_______.

—Gracias por elegir Yosma. Tengan una excelente noche—. Sonreí. Los comensales se retiraron.

Caminé de regreso al mostrador mientras tomaba de la pequeña canasta mi propina y sonreía para mí sola.

Al llegar a la pequeña barra de porcelana negra una voz detrás mío me distrajo.

Mierda.

—Hola, ____. ¿Me extrañaste?

Volteé lentamente quedando a centímetros de aquella chica que tanto arruinó mi vida.

—Camille—. Fruncí el entrecejo.

—Vaya, ____. ¿Quién lo diría?—. Se cruzó de brazos y me comió con la mirada, viéndome de pies a cabeza. —¿Lo ves? Tenía razón cuando te dije que no serías nadie en la vida.

La sangre me hervía y mis manos estaban empuñadas fuertemente. No sentía dolor, al contrario, estaba relajándome.

—¿Qué haces aquí?—. Pregunté entre dientes.

—No tengo que darte explicaciones, querida—. Sonrió. —Solo vine a cenar con un amigo.

—¿Qué esperas?—. Extendí mi mano a un lado suyo. —Vete y déjame en paz.

—¡Con gusto! ¿Me atenderías? Mi mesa es la 4A—. Suspiré.

Asentí. Era mucha coincidencia que ella fuera al restaurante en el que yo trabajo y ahora que ocupara una de las mesas que se me asignaron.

¿Es posible que tú día sea el mejor de todos y en un santiamén el peor?

Al llegar a la mesa Camille se sentó frente al chico antes mencionado. A la vista se veía un chico muy amable, físicamente, era alguien mucho más alto que yo, cabello peinado a un lado y una sonrisa perfecta.

El detrás de mí pasado. (Tom Holland y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora