Preparativos

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Brooke brincaba en mi cama como niña. Estaba por desesperarme completamente, pero su objetivo era uno bueno y yo sólo reía por su aspecto.

Vestía con una pijama de cuerpo completo, decorado de puntos morados y el demás estaba tintado de un color blanco. En mi país, le llamaríamos "mameluco". Pero si le decía aquello, no sabía cómo reaccionaría.

—Despierta. Despierta. Despierta. —Gritaba Brooke.

—Brooke, ¿puedes dejar de hacer eso? Ya estoy despierta.

—Lo sé, pero es divertido. —Siguió brincando.

Rodé lo ojos, mientras suspiraba exasperada.

—Suficiente. —Me levanté de la cama.

Moví las cobijas que me cubrían. Brooke cayó sobre su regazo, impactando sobre las almohadas. Rió a carcajadas.

—Dios, Summer. —Dijo entre risas. —A veces sí que eres una odiosa.

—Sólo con las personas que interrumpen mis sueños.

Caminé fuera de mi habitación. Toda la habitación estaba un desorden, pero no tenía ánimos de ordenar.

Cuando llegué a la cocina, todo olía a panqueques y café. Las fresas adornaban la pequeña mesa en el centro con un jarabe esparcido sobre ellas, no sabía si era miel u otro jarabe; sólo sabía que pronto estarían en mi estómago.

Pronto, Brooke llegó detrás de mi. Aplaudió como nunca.

—No era necesario, Brooke.

—No siempre se cumplen 20 años, ¿sabes? —Replicó sonriente. —Y arréglate. Hoy será el mejor día de tu vida, y no pienso festejarlo aquí.

—Espera, mi cumpleaños es mañana. —Arrugué el entrecejo.

—Lo sé, pero mañana Tom te querrá festejar, y no quiero eso. Hoy es NUESTRO día.

— ¿Tengo de otra? No me gusta festejar mi cumpleaños. —Concluí.

Caminé a la mesa. Tomé las fresas y las puse donde yo, mientras que también me servía café y panqueques.

—Haremos que quieras festejarlo siempre. —Brooke se sentó a un lado mío. —Mira, este desayuno sólo es el principio de tu día. Bueno, tus días. Has sido una gran persona conmigo desde que llegaste a Londres. Lo menos que puedo hacer es festejar tu día.

Sonreí. No había otra cosa qué hacer.

—Ahora, come. —Ordenó.

—Enseguida, mi patrona. —Puse mi mano en mi frente, como militar.

Probé los panqueques. Parecía que había probado algo bañado en oro, todo estaba tan exquisito.

—Madre mía, Brooke. —Dije con un bocado. —Quédate más días.

Brooke rió.

Espera. "Quédate" ¡Qué gran idea!

—Brooke, quédate a vivir conmigo. —Expresé aquella frase sin miedo.

— ¿Qué hay de mis padres?

—Tienes 20 años. Estudias la universidad. Eres una estudiante prodigio. —Expliqué. —Seríamos las mejores Rommies.

—Cariño, tú y yo somos el perfecto Ying y Yang.

— ¿Entonces?

Brooke hizo mueca pensativa. Tardó unos minutos antes de responder, pero cuando lo hizo, sonrió de oreja a oreja.

El detrás de mí pasado. (Tom Holland y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora