𝐋𝐄𝐌𝐎𝐍𝐀𝐃𝐄 | 𝐛𝐨𝐤𝐮 𝐧𝐨 𝐡𝐞𝐫𝐨

𝐃𝐀𝐁𝐈

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𝐶𝑟𝑖𝑚𝑖𝑛𝑎𝑙

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»He is a hustler, he's no good at all
He is a loser, he's a bum.
He lies, he bluffs, he's unreliable
He is a sucker with a gun«

Las nubes avanzaban de forma lenta sobre el cielo, trayendo consigo los anaranjados colores del atardecer y anunciando el final de la hora escolar en la academia.
Los alumnos ansiosos por ir a sus respectivos dormitorios y descansar, guardaron rápidamente sus útiles y desaparecieron luego de cruzar por la gran puerta.
Thyra no tenía prisa, de igual forma, no iba a dirigirse a su habitación, tenía que pasar a comprar flores para su madre.

Sus pasos no eran ni lentos ni rápidos, su mochila celeste pastel colgaba de su hombro derecho mientras tenía su saco enrollado en su antebrazo izquierdo. Miró las calles habitadas de civiles, cada quién haciendo su vida de forma pacífica, algunos salían del supermercado cargando bolsas en sus manos y algunos otros simplemente salían a dar un paseo en pareja o en familia.
Desde que los villanos, de los cuáles solo vio a dos, los habían atacado en el campamento, y que luego los transfirieran a las habitaciones en la UA, no había tenido el suficiente tiempo para pasarlo con sus padres como usualmente acostumbraba. Aunque, siempre que podía, le llevaba a su madre sus flores favoritas, unas dulces margaritas, las cuáles ella siempre colocaba en la entrada de su hogar impregnando el lugar de aquella delicada fragancia.

Mierda, pensó al ver la hora en su celular.
Probablemente Aizawa la iba a regañar si no volvía a la instalación temprano por andar deambulando en las calles.
Los múltiples edificios evitaban que los últimos rayos del sol pudieran iluminar con todo su esplendor las calles por las que transitaba, y en un intento de querer llegar a la florería rápido, decidió cortar camino por un callejón.

Su quirk era muy poderosa, por lo cuál no se sentía intimidada o asustada de que algo pudiera sucederle, pero tampoco tenía su licencia provisional como para hacer uso de esta tranquilamente.
La suela de sus zapatos resonaban por el lugar que yacia extrañamente vacío, haciendo vibrar las paredes por dentro.
Se colocó de forma correcta su mochila y tragó en seco intentando sacarse de la cabeza la idea descabellada que se estaba proyectando allí.

Un ruido a sus espaldas la hizo voltear rápidamente sobre sus talones y fijar su mirada al frente, donde se encontraba un muchacho, que no parecía pasar de los 22 años.
Vestía de negro y su piel en algunas zonas tenía tonalidades más oscuras, además agregar que tenía varios piercings.