𝐊𝐀𝐓𝐒𝐔𝐊𝐈 𝐁𝐀𝐊𝐔𝐆𝐎

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                𝓣odoroki y yo estábamos sentados sobre unas barandillas, justo al costado de los dormitorios, en un pequeño sitio donde el sol no nos daba de lleno en el rostro. Había formulado preguntas inconclusas acerca de Bakugo, notablemente preocupado por lo que atravesábamos. 

—¿Él te lo ha propuesto? 

—Sí, ¿no es extraño? 

—Sí, un poco. Pero, ¿no es algo bueno? 

—¿Tú dices?

—Sabemos cómo es Bakugo con el tema de sus padres —dijo con lentitud, como si tuviera sumo cuidado en las palabras que escogía al saber que, para mí, eso era un tema complicado—, así que..., el hecho de haberte propuesto que los conozcas creo que puede ser algo bueno. 

Siempre que Todoroki hablaba, me preguntaba cómo podía mantener una actitud tan relajada. Y eso no era precisamente decir que era un chico despreocupado. Solo analizaba las cosas desde un punto muy maduro y, no menos importante, casi siempre daba en el clavo. Sin embargo, desde que me acerqué pidiéndole una opinión, supe que batallaría con encontrar las palabras correctas. Ya no sabía si el problema era Bakugo o, en general, su propuesta. 

¿Había razón para sentirme tan incómoda? No, no la había. Pero me sentía extraña, como si algo se hubiera mentido en mi cuerpo para privarme de tener autocontrol. Desde ese entonces solo me refugié en las posibles soluciones que Todoroki exponía con cuidado. Cuando volvió a nombrar el tema de los padres, creí que moriría de la angustia en frente de los dormitorios. Tan solo había que escuchar la manera en la que Bakugo se refería de su madre. Era normal, en esos casos, sentirse tan preocupada. 

—Thyra, estarás bien —insistió.

—¿Y si no les caigo bien?

—Le has caído bien a Bakugo, ¿por qué a ellos no?

—¿Sabes? No es la respuesta que me esperaba, pero estoy satisfecha... 

Todoroki sonrió sin mostrar los dientes. Luego, tocó su hombro con lentitud sin acercarse mucho a ella para no incomodarla. 

—Eres una persona muy cálida, Thyra. De seguro todo saldrá bien y te ganarás fácilmente su afecto. 

La sorpresa se escapó de mis ojos al escucharlo, pues Todoroki no era de dar cumplidos tan a la ligera. Pero aquellas palabras habían salido con tanta naturalidad de su boca, que no pude evitar sonreír de oreja a oreja. 

—¡Gracias, Shoto! 

Tomé el impulso de darle un pequeño abrazo que, para mi sorpresa, él correspondió. Aunque no era la primera vez que nos abrazábamos, casi siempre su cuerpo se ponía tenso cuando alguien mostraba un pequeño índice de afecto. 

—Deberías hablar con Bakugo. Lo más seguro es que esté esperando tu respuesta. 

—Lo sé, lo iré a buscar —dije saltando de las barandillas—. Gracias, Shoto. Eres el mejor amigo del mundo. 

—Para eso están los amigos —Sonrió—. Me llamas cualquier cosa, hoy seguramente iré a la agencia del viejo.

—¿Tendrás que trabajar?

—No, necesito preguntarle algo acerca del control de las llamas, aunque me moleste hablarle él es el único que me puede ayudar con esto —admitió con una mueca.

—En la noche me cuentas cómo te ha ido.

—Lo haré.

—¡Adiós Shoto! —le grité mientras me alejaba dando brincos por la estancia, a lo que el bicolor correspondió levantando su mano.

𝐋𝐄𝐌𝐎𝐍𝐀𝐃𝐄 | 𝐛𝐨𝐤𝐮 𝐧𝐨 𝐡𝐞𝐫𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora