𝐋𝐄𝐌𝐎𝐍𝐀𝐃𝐄 | 𝐛𝐨𝐤𝐮 𝐧𝐨 𝐡𝐞𝐫𝐨

𝐈𝐙𝐔𝐊𝐔 𝐌𝐈𝐃𝐎𝐑𝐈𝐘𝐀

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𝑩𝒂𝒅 𝑫𝒓𝒆𝒂𝒎

Me desperté sobresaltada, jadeante y con los ojos a punto de salirse de las órbitas. Una estremecedora luz anaranjada, la luz propia de una bola de magma, sustituyó los colores azules marinos del cielo nocturno de mi pesadilla.
«Solo ha sido un sueño, uno muy real», me dije a mí misma intentando calmar las ansias que crecían con cada segundo en mi interior.
Tomé aire y salté de la cama con un brinco cuando el susto y mis latidos se calmaron un poco. Miré mi celular cargando a un costado de la cama, y este aún marcaba que nos encontrábamos en el nueve de octubre a las seis y diez de la mañana.
Pasé mi mano por mi cabello, peinando mis hebras bicolores con desgano y enredando los mechones entre medio de mis dedos.
Todavía las imágenes de lo que había visto se presentaban de forma brusca en la pantalla oscura de mis párpados, cada vez que cerraba los ojos.
Era un sueño... lo sabía, pero, sin duda, profético, como si fuera una clase de sueño premonitor, al menos en un sentido. Los ruidos ensordecedores a mis espaldas, los gritos de agonía, una bestia de dimensiones colosales y la ciudad envuelta en llamas.
Até los cabos, y no era la primera vez que soñaba algo así. Las últimas semanas había estado teniendo pequeños fragmentos de sueños que caían en la misma situación: caos.

Cuando fui a lavarme los dientes, casi me sorprendió que el rostro del espejo no hubiera cambiado a la noche anterior. Pensé, por un segundo, que con lo asustada que me sentía, mi piel iba a estar incluso más pálida de lo que ya era. Observé meticulosamente cada centímetro de la piel que recubría mi rostro en busca de algún indicio inminente de que pasé una mala noche -o malas noches-, pero no encontré más nada que ciertas pecas en determinados puntos alrededor de mi nariz.

«Solo ha sido un sueño», me volví a recordar por enésima vez. Solo un sueño, y también mi peor pesadilla.

Con las prisas de salir de mi dormitorio lo antes posible, me salté el hecho de revisar que tenía todos mis libros en la mochila. No me encontraba de ánimos para rebuscar entre los cajones y tener que pasar esos minutos intentando fingir que no estaba afectada. Intentaba sentirme levemente entusiasmada ante la idea de poder ver a Deku otro día más, pero notaba que estaba a punto de llorar cada vez que recordaba la calidez abrazadora de su sonrisa.

Hice un esfuerzo para sosegarme mientras caminaba por los pasillos vacíos de camino al instituto.

-¡Thyra-chan! -resonó una voz tímidamente chillona a mis espaldas.
Me giré de inmediato para recibir a una Yuki ya vestida y con su mochila colgando de un solo hombro.

-Buenos días Yuki-chan, ¿qué tal has dormido? -pregunté con la esperanza de que la bicolor también haya tenido un tipo de sueño premonitor que me advierta que yo no era la única que estaba soñando aquellas cosas.