𝐋𝐄𝐌𝐎𝐍𝐀𝐃𝐄 | Recopilación de escritos cortos o extensos.
Sigue en proceso de edición y reedición.
• Algunos de los personajes que voy a utilizar en este libro no son míos, son creación de Kōhei Horikoshi.
• Queda completamente prohibida su...
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Au! mágico/medieval
Cuando me desperté por la mañana, un hambre atroz, indescriptible, me atenazaba el estómago. Me levanté de la cama hecha con ramillas y hojas de roble entrelazadas y me fui directamente hacia afuera, sin pasar por los otros túneles que conectaban con la cueva. Me subí a uno de los árboles de un tirón y me quedé admirando con avidez los colores vibrantes del cielo mañanero. Las nubes viajaban rápido hasta perderse en un horizonte que aclamaba los colores cálidos del sol, casi lucían como un montón de algodones humedecidos y esfumados.
No había nada por esos lugares que se me hiciera realmente apetecible, mi estómago se retorcía lacerado por los pinchazos del hambre y yo aún seguía estática sobre el tronco. Hurgueteé entre los arbustos y árboles cercanos algunos frutos que se hayan caído durante la noche y encontré tan solo dos manzanas pasadas de madurez. Las devoré en menos de un minuto, intentando saciarme; nada, todo me dejaba indiferente, como si en lugar de alimentos fueran pedazos de poliéster. Lancé un gruñido al aire y miré nuevamente hacia el cielo. Por la posición del sol debían ser eso de las nueve de la mañana, y eso solo significaba que los cazadores iban a volver al bosque en busca de presas frescas.
Si no podía saciar mi hambre comiendo tal vez una buena opción era irme a dormir de nuevo, pero tampoco podía dejar de proteger el bosque por un capricho. Me sentía como en lo alto de un glaciar, la cabeza me daba vueltas. Tenía la lengua seca e hinchada por la sed y, sin embargo, cuando pensaba en beber, aunque solo fuera un trago de agua, mi estómago se rebelaba y me daban ganas de devorarme hasta las raíces de un árbol. Lo único que podía pensar en ese momento era en el jodido cabeza ceniza que se decantó por poner un campamento de cazadores al costado de la vertiente de agua pura. Aquél lugar era el medio que reunía a todos los animalillos del bosque, se juntaban a beber agua y a comer las hierbas que crecían al costado de la cascada. Era sin dudas un verdadero manjar, como encontrar un oasis en el mismísimo desierto.
También pensé que mis constantes mareos podían ser causa de la herida que él me había provocado al lanzarme una flecha en la pierna. El torniquete había funcionado y ya podía moverme con ligereza nuevamente, pero la cantidad de sangre que había perdido en ese momento fue histórica. Había estado pensando en distintos planes para poder correrlos del territorio, pero me sentía tan mal que no podía tan siquiera concentrarme por más de dos minutos sin perder el hilo de mis cavilaciones.
Me pasé los siguientes minutos revolviéndome sobre el suelo, tratando de encontrar alguna pista en toda esa situación que aclamara mi victoria total. Dejé escapar un gruñido genuino. No podía permitirme permanecer más tiempo allí estática. Necesité echar mano de toda mi motivación para poder ponerme de pie y emprender camino hacia el campamento de todos aquellos hombres. Mis botas partían las ramas bajo mis pies provocando un ruido molesto en todo aquel silencio mañanero. Estaba atrapada en una batalla contra un hambre voraz y un cúmulo de asesinos con arcos y lanzas.
