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«Cuando dices que me quieres,
sé que yo te quiero más.
Cuando dices que me necesitas,
sé que yo te necesito más.
Chico, te adoro.
Te adoro»Mis zapatos resonaban en la acera desierta, pero en lugar de prestar atención al taconeo preferí concentrarme en las sombras que proyectaba la luna plateada. Arrebujándome en el abrigo que portaba, pasé por delante de los estrechos y sucios patios encajados entre las vallas metálicas de casas oscuras e inquietantemente silenciosas. Dos veces me pareció que me seguían, pero cuando volví a mirar hacia atrás no vi a nadie.
Entré por uno de los caminos de una de las tantas calles que habían allí, rodeando la pared de atrás de una casa y llamé a la puerta finalmente. De repente vi una sombra que se movía detrás de las cortinas de encaje.
La puerta crujió mientras se abría lentamente.—Soy yo —Dije sin levantar mi voz.
—¿Te han seguido?
Cuando esta estuvo abierta de par en par, emergió la silueta de el de pelos azulados y labios resecos.—No —Contesté brevemente.
—Tenemos unos cuántos problemas. Toga la ha cagado.
Sentí que el corazón me dio un vuelco.—¿Qué clase de problemas?
—Casi la atrapan queriendo infiltrarse en la UA. —Me dijo haciéndose a un lado para dejarme pasar al interior de la casa.
Sacudí la cabeza.—¿Cómo la han podido casi atrapar?
Tomura iba a seguir pero paró en seco al ver a Dabi acercarse hacia nosotros, portando en su rostro una mirada amenazante.—Les dije que llevar a esa perra loca no iba a ser buena idea —Habló mientras fruncía su ceño— ¿Qué podemos esperar de una adolescente con hormonas alborotadas?
—¿Pero pueden decirme qué es lo que ha hecho? —Dije poniéndome ansiosa ante tanto suspenso.
Los dos hombres se miraron, hasta que al final Dabi asintió con la cabeza sin demasiada convicción.—Creo que te imaginarás cómo se puso al ver al de pelo raro verde y a Uraraka.
—Ya...-Solté un suspiro de cansancio— Ya veo por dónde van los tramos.
Me di cuenta que algo estaba sumamente extraño en Tomura.
Lo miré más atentamente, recorriendo con mis orbes cada centímetro de su piel, dándome con que tenía una gran cicatriz en la base de su cuello. Él notó que lo estaba mirando demasiado y se removió incómodo en su lugar, posando su vista en otro lado.—Hay mucha gente que quiere destruirme. Gente que quiere borrarme de este mundo asqueroso. Cada vez son más —Se quedó un momento callado, como si no supiera hasta dónde revelar. Luego concluyó apresuradamente- La liga está para derrotar a todos ellos. Sabes que haré hasta lo imposible para conseguir mi objetivo. —Hizo una pausa y añadió—Lo vamos a lograr.
—Pero mira cómo te han dejado el cuello —Dije, haciendo notar la preocupación en el tono de mi voz.
Él solo se limitó a mirarme en silencio.
Al cabo de un momento, Dabi dio media vuelta sobre sus talones, quizás cansado de escuchar la conversación que manteníamos, o simplemente tenía otras cosas más importantes que hacer, cómo matar a Toga por sus estupideces.—¿Algo más que quieras saber?
—Solo quiero que te mantengas a salvo —Le dije, en un murmuro.
Tomura se rascó la parte baja del cuello levemente y dijo torpemente.—Creo que te alegrará saber que me he vuelto más fuerte, lo suficiente como para cuidarme solo.
—No me importa, ya sabes cuál es mi respuesta final —Lo interrumpí con acritud— No quiero volver a verte con una herida así. Quiero estar tranquila sabiendo que no te va a pasar nada.
Le di la espalda, y supuse que Tomura había tomado eso como que la conversación había acabado. De reojo pude ver que se quedó allí en la entrada parado por un tiempo, creí que se estaba aguantando lanzarme un par de insultos, tragándose su propia voz.
Seguí avanzando por los descuidados pasillos de aquella casa abandonada, observando las diversas manchas de humedad adornando las paredes, aquellas manchas que, en la penumbra de la noche, daban la ilusión de ser sombras estáticas, y...para que mentir, más de una vez me comí el susto con aquellas.
Al abrir la puerta que daba con lo que se podía llamar nuestra habitación, esta hizo un chirrido agudo, que supuse que retumbó por toda la casa. Tirando un largo y cansado suspiro, me despojé con lentitud del abrigo que portaba, dejándolo tirado en alguna de las esquinas del cuarto, para luego mover mis hombros en círculos tratando de aliviar el peso que estos sentían.
Al escuchar los pasos cruzar el umbral, no tuve que tan siquiera girar para darme cuenta de que era el hombre de labios resecos. Se apoyó al pie de mi espalda y dejó sus manos apoyadas en las caderas, tan solo tocándome con 4 dedos, por miedo a desintegrarme en cualquier momento. Sentía su aliento cálido chocando con mi nuca y su cuerpo relajado.
Medía casi un metro setenta y seis y era delgado, aunque los músculos que tenía en aquel momento ni su camiseta negra con mangas largas y tejanos oscuros lograban disimularlo.
Portaba aquella sonrisa tan sensual y provocativa que no auguraba otra cosa que problemas, pero yo me había convencido en todo ese tiempo, de que no todos los líos eran para mal.
Él dejó un casto beso húmedo en una de las partes más sensibles de mi cuello, logrando que mi piel se erizara a su delicado tacto.—¿Necesitas algo? —Pregunté esbozando una sonrisa con un toque de malicia. Amaba provocarlo. Tomura podía aparentar ser un maniático a veces, pero en el fondo solo era un niño que buscaba contantemente estar en brazos y que le hagan mimos.
—Lo siento —Dijo brevemente.
Sonreí, dándome la vuelta para quedar frente a frente y poder contemplar con detalle su rostro.—Ya te habías tardado —Respondí.
Me besó la coronilla.—Lo hago solo porque eres tú, si fuera otra persona probablemente ya habría puesto mis 5 dedos sobre su cuello.
Enarqué mis cejas, divertida.—Tomaré eso como un cumplido, indirecto.
Tomura me miró fijamente, sin contestar.«Cuando dices que me quieres,
sé que yo te quiero más.»—Te quiero —Declaró luego de unos minutos de silencio.
Lo miré estática, el de cabellos azulados jamás fue una persona de decir abiertamente sus sentimientos por más que en algunos momentos parecía un bebé buscando afecto.
Le sonreí aterciopeladamente, resaltando mis mejillas regordetas.—Yo te quiero más.
La expresión de Tomura en aquel momento fue todo un poema, quise sacar una foto mental y atesorar aquello toda la vida.
Él finalmente me cogió de la barbilla y me besó. El beso era cálido y un escalofrío de placer me recorrió. Sus labios estaban resecos y con varias lastimaduras en las comisuras, pero aquello no impedía que al tacto fueran suaves.
Sus brazos me envolvieron y me sostuvieron con tanta intensidad que me hizo desear fundirme más profundamente con él. Me lamió el labio superior lentamente y noté como su boca sonreía sobre la mía. Finalmente me apartó el cabello y dejó un casto beso por encima de mis clavículas para luego morder mi hombro con delicadeza.
El de cabellos azulados terminó por hundir su cara en la curva de mi hombro izquierdo, aún con sus manos en mi espalda. Lo escuché suspirar levemente.—Te quiero —Murmuró nuevamente.
Lo atraje más hacia a mí, definitivamente era como un niño pequeño a veces.
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𝐋𝐄𝐌𝐎𝐍𝐀𝐃𝐄 | 𝐛𝐨𝐤𝐮 𝐧𝐨 𝐡𝐞𝐫𝐨
Fanfic𝐋𝐄𝐌𝐎𝐍𝐀𝐃𝐄 | Recopilación de escritos cortos o extensos. Sigue en proceso de edición y reedición. • Algunos de los personajes que voy a utilizar en este libro no son míos, son creación de Kōhei Horikoshi. • Queda completamente prohibida su...