𝐊𝐀𝐓𝐒𝐔𝐊𝐈 𝐁𝐀𝐊𝐔𝐆𝐎

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                    𝓛os cuatro estudiantes intercambiaron miradas y asintieron dócilmente. Uno de ellos se rascó el cabello de la nuca con confusión, buscando la lógica en lo que sus ojos habían visto. Otra parte suya combatía con un ardor nauseabundo en todo el cuerpo, pero en su mente no hubo espacio para idear un plan para deshacerse de ello. Solo pudo reír en ese instante con evidente nerviosismo. 

—Algo se les ocurrirá para arreglar esto —dijo al último, aplanando los labios en una línea recta. Sus mejillas se abultaron, pero las sintió extrañamente blandas. 

—¿Y tú quién eres? 

—Soy Yaoyorozu —contestó al tuntún. 

—Entonces, el cuerpo de Yaoyorozu...

—Sí, soy Kirishima —dijo avergonzado. 

—¡Esto es terrible!

—¿Y tú quién eres? —volvió a preguntar Kirishima.

—¡Yuki! —exclamó. 

—Jamás me imaginé estando en el cuerpo de una chica. Una vez soñé que amanecía con... Bueno, esas cosas y..., siendo sincero, no me gustó para nada —Denki observó con miedo el cuerpo en el que había quedado encapsulado. Hablaba como él, pero su tono era suave y agudo. El hecho de haber sentido la ropa tan ajustada le producía un nivel de timidez astronómico. 

Sin embargo, una vez la charla concluyó, los cuatro habían asomado las narices por el borde de la pared, fijándose en el comedor de los dormitorios en busca de algún profesor que les explicara la situación. Pero allí no se veía nadie, salvo ellos reflejados en el otro espejo del fondo. Sigilosamente fueron a otro salón, avanzando en fila, encorvados como si hubiesen cometido un gran error. 

—¿Qué nos ocurrió? —hablaba Kirishima desde la voz de Yaoyorozu. Miraba hacia el frente recto; daba la impresión de ser Iida o algún sargento, pese a que tenían en claro que evitaba con todas las fuerzas mirar hacia abajo para no toparse con los pechos de su compañera. No quería incomodarla o hacerle creer algo malo. 

—Lo último que recuerdo es que estábamos entrenando y de la nada salieron muchos villanos. 

—¿Solo hemos sido afectados nosotros?

—No lo sabremos hasta encontrarnos con el resto —afirmó Yaoyorozu.

—¡Allí! —exclamó Yuki.

El resto de sus compañeros languidecían sobre los sillones, con caras descompuestas, moviéndose de un lado a otro. La mera presencia de ellos logró aminorar su ataque de nervios, pero no los deshizo. Además, había un profesor allí junto con todos ellos. 

—¡Chicos! —gritó uno—. ¡Soy Mina!

—¿Mina en el cuerpo de Sero? —Kirishima se llevó la mano a la boca y carcajeó. Luego, al haberse dado cuenta de que ese gesto en un momento tan confuso pudo haberse tomado de mala manera, se disculpó en voz baja y retrocedió un paso. 

—Bueno, por lo menos no hemos sido los únicos afectados. 

—Chicos, sé que pueden estar confundidos, pero ya estamos trabajando para solucionar este incidente lo más rápido posible —dijo Aizawa, cruzado de brazos en una esquina. Aun así, Yuki creyó que se estaba divirtiendo. 

—Profesor, ¿podría decirnos qué es lo que ocurrió? —suplicó Yaoyorozu.

Aizawa observó de reojo a todos los presentes y bajó la mirada, rendido. Contó hasta diez antes de comenzar a relatar el accidente que los metió en esa situación deplorable: 

𝐋𝐄𝐌𝐎𝐍𝐀𝐃𝐄 | 𝐛𝐨𝐤𝐮 𝐧𝐨 𝐡𝐞𝐫𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora