𝐋𝐄𝐌𝐎𝐍𝐀𝐃𝐄 | 𝐛𝐨𝐤𝐮 𝐧𝐨 𝐡𝐞𝐫𝐨

𝐓𝐀𝐌𝐀𝐊𝐈 𝐀𝐌𝐀𝐉𝐈𝐊𝐈

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𝑰 𝒍𝒊𝒌𝒆 𝒚𝒐𝒖

—Era eso lo que querías preguntar?
Me inquieté, incapaz de responder.

—Sí...la duda me está matando, y necesitaba contárselo a alguien.

—Mmm —su dedo índice se fue hacia una de las comisuras de sus labios en un gesto pensativo—. Pues, Tamaki-kun no es alguien que suela decir lo que piensa, pero creo que si hay una.

—¿Una?

—Creí escuchar de Mirio-kun que le gustaba alguien —declaró mirándome atenta.

—Ah —fue todo lo que pude decir.
Nejire se puso seria de inmediato. Podía ver la inmovilidad de su cuerpo, entrando en un estado gélido como si supiera que la había cagado. Yo también me quedé inmóvil sobre mis dos pies, fue casi una reacción automática.
La de cabellos azulados comenzó a mover sus manos con apuro.

—¡Pero, nunca dijo quién era esa chica Raiden-chan, no debes preocuparte!

—No creo que eso... se dé... que sea posible para nosotros, me entiendes.

—No debes ser dura contigo misma, eres hermosa, pero sabes cómo es él.

—Ese es el problema creo yo.

—Es un problema, sin duda, pero no me refería a eso —declaró.

—¿Entonces?

—Él es demasiado frágil y... suave. Tenemos que controlar nuestros actos al estar con él para no ponerlo incómodo, pero...

—¿Pero? —la incité a continuar de forma ansiosa.

—Quizás lo que él necesita es que lo hagan salir de su zona de confort.

—No entiendo —dije confundida.
Los ojos de Nejire comenzaron a emanar un brillo inquietante.

—Tengo un plan.

—¿Y ahora qué tramas?
Ella aguardó su respuesta mordiendo su labio inferior con fuerza. Mi ansiedad fue creciendo al pasar de los segundos.
El silencio perduró hasta que finalmente la de hebras azuladas soltó una pequeña risilla que se esfumó con el aire.

—Ya lo verás.
La miré con la desconfianza a flor de piel.

—¿Estás asustada? —me preguntó con una sonrisa burlona.
Esperé un minuto antes de responder para que mis palabras fueran verdad y que mi voz no temblara dejándome al descubierto.

—No, estoy bien.
Ella pareció pensativa durante unos minutos.

—Ahora soy yo la que tiene curiosidad —dijo con voz más suelta—. Tú solo hazme caso, sabes... —dejó la frase sin concluir de otro modo.