OTKATLA

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—¿Dolor? –me ha preguntado.

—Si, mucho –le contesté llevándome la mano a la mejilla, a lo que ella ha respondido claramente.

—Ven, siéntate.

Con un gesto, abrió su propia boca indicándome que yo hiciera lo mismo, y sin pensarlo la dejé hacer.

Bajo la luz de la linterna extrajo de su extraño cofre unos bastoncillos tan finos que parecían el juego de un niño. Ha hurgado y luego ha excavado. He sentido mucho malestar mientras ella trabajaba con el ceño fruncido y sus manos entre mis dientes, pero luego ha sacado una caja pequeña con una pasta de color blanco que tenía un olor ácido y desconocido. Me lo ha colocado y me ha dado una pequeña semilla color blanco que me ha hecho beber con agua.

Sorprendida le pregunté: —¿Que es esto?.

—Ayuda. ¡No más dolor! –me ha contestado con una cálida sonrisa.

Después de ese día no he tenido malestar alguno ni en los dientes ni en la cabeza. Además, en ese momento tampoco me dolieron las rodillas ni los huesos de los dedos. Fue como una magia. Cada vez me pregunto si no será una hechicera. Una curandera de otro lugar. Una de las buenas.

La Burla de los Dioses (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora