Me han bañado y enjabonado. La chica sin dientes me ha estrujado con saña tratando de borrar el diminuto tatuaje que muestra los latidos de un corazón vivo en mi muñeca. Un tatuaje que me recuerda la suerte de estar viva después del robo a mano armada del que salí ilesa. No he dado muestras de que me hacía daño, pues me doy cuenta que trata por todos los medios de causarme mal. La he visto pisar mi ropa con tanta rabia que juraría estaba deseando hacerme lo mismo en los dedos de los pies. Es de cuidar esta mujer, pero tengo que ser prudente y alborotar el avispero lo menos posible.
Después del baño me han entregado unos ropones con olor a pino idénticos a los que usan ellas. Son anchos y ásperos aunque agradezco que me los presten para cubrirme del frio en las horas que estaré aquí. Por otro lado, lo que me ha puesto en guardia es que han escondido absolutamente todas mis pertenencias y esto es sin duda de muy mala educación, a no decir que es obvio que tiene que haber malicia detrás de esto. — ¿Que quieren de mí?. ¿Quién piensan que soy?–. No lo sé, pero intuyo que se están forjando una impresión equivocada y no puedo estar mas tiempo sin averiguarlo. Es así que me planto ante el ama de casa que se encuentra hurgando entre los quesos y los pescados secos y con una sonrisa humilde comienzo.
—Muchas gracias por su hospitalidad, señora. Me llamo Analíz.
Obtengo una risa benevolente por respuesta, así que continúo:
—No sé como llegué aquí y esto no parece mi ciudad, pero soy de Rio de Janeiro y mis padres deben estar preocupados. Solo necesito hacer una llamada para pedir a alguien que me venga a buscar.
Las hermanas menores dejan su labor en el fogón y se acercan con risitas discretas mientras que la mayor mira recelosa desde el otro lado del muro. Yo prosigo:
— Tengo 28 años y trabajo como asistente dental, hoy y mañana puedo quedarme aquí pero después debo regresar a trabajar y el fin de semana es el evento mas grande del Carnaval de Rio y por primera vez bailaré en el Sambódromo.
Veo que las risas aumentan mientras que la doña me lanza una mirada compasiva y niega con la cabeza una y otra vez murmurando una retahíla de palabras que no comprendo.
El mundo se desvanece a mis pies pero no me doy por vencida, así que pruebo con intentar de nuevo.
—Me llamo Analíz –digo.
Las caras de confusión y gracia siguen intactas. Pienso que debo empezar a hablar de forma mucho más simple y acto seguido me toco el pecho con la palma de la mano repitiendo lentamente:
—Ana-líz.
Una vocesita tímida surge desde la chica que se encuentra a mi espalda, y esta vez escucho una palabra un poco conocida.
—¡Modir! — entonces, la chica completa la frase con algo mas que no entiendo. Luego la doña se toca el pecho y dice:
«Otkatla, Otkatla» repite imitando el gesto de tocarse el pecho con el puño
¡Vaya!, si esto es un nombre no quiero imaginarme lo difícil del resto de las palabras . Le doy una sonrisa y repito la dinámica con las chicas más jóvenes. La mayor se ríe y toca su pecho diciendo «Vigdis... Vigdis»
Y luego la menor con unos ojos centelleantes y unas mejillas coloradas me dice «Asdis, Asdis». Me dirijo a la mujer sin dientes pero antes de que llegue escupe en el piso en una muestra de desprecio. Retrocedo apenada mientras Vigdis me indica con una mano en dirección a esa morsa grosera
— Torfa — dice.
Entiendo ahora que ese es el nombre de esta mujer tan desagradable. Yo, de seguro no olvidaré.
Asdis encantada con el juego toca el hombro de Otkatla y repite con una gran sonrisa de amor en su rostro: «Modir, Modir».
Ya lo he entendido. Otkatla es la madre y señora de la casa, Torfa debe ser la hija mayor, Vigdis la del medio y Asdis la mas pequeña. Bueno, esto es algo y siento un pequeño triunfo surgir de mi ánimo abatido, luego Otkatla dice unas palabras y se acerca al fogón a servir en unos cuencos de madera el guiso que lleva humeando desde antes que yo llegara.
Agradezco con un gesto de cabeza y me dispongo al lado de Asdis quedando al frente de Torfa y Vigdis.
Es un caldo turbio con cebollas y especies y en mi cuenco reposa un trozo de grasa de dudosa procedencia que no me apetece probar. Yo tomo un bocado de líquido y verduras, sorbiendo en silencio la sopa caliente y de sabor desconocido hasta entonces, pero pronto se me dificulta comer con el ruido que todas hacen al masticar. Trato de degustar con calma e intento descubrir los misterios de esta comida mientras cada vez mas sorprendida las veo a ellas, las cuatro, que comen con apuro, casi engullendo las piezas, abriendo la boca para hablar mientras trituran la carne con sus dientes y chorrean la grasa por su cara, limpiándose con las manos desnudas y luego pasándolas por los delantales y la superficie de la mesa. Todo esto al tiempo que me observan como quien ve la televisión la primera vez.
LEYENDA DE PALABRAS EXTRANJERAS
Móðir (mother) en nórdico antiguo, madre.
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La Burla de los Dioses (BORRADOR)
Narrativa StoricaAnalíz, una morena de pelo largo y ensortijado, vive en una de las favelas mas peligrosas de Rio de Janeiro. Cada día reniega de su mala suerte al tener que vivir tanta dificultad en el lugar donde le tocó nacer. Un evento paranormal la transportar...