Nos levantamos a penas se ven las luces del amanecer. Estamos en el frio mes de invierno que llaman Torri y por mis cuentas llevo aquí cinco meses.
Ragnar nos espera ya con su caballo y unas varas de lana. Vigdis y Asdis se apresuran en despedirse de Otkatla con claras muestras de algarabía, y entre las tres arrastramos el pesado barril de cerveza que ha preparado Torfa.
Debido a lo sucedido hace un par de días con mis herramientas, todas han acordado con Otkatla que nos deje ir al pueblo para buscarles una posible reparación y aprovechar el día de mercado para sacar algo de provecho. Yo agradezco el esfuerzo aunque esta mañana me siento distraída y desanimada. Es que paso mis días oteando el suelo del bosque en busca de una luz que no aparece. Esto se ha convertido en una obsesión que me fastidia y me carcome silenciosamente y siento que mis energías se escapan lentamente.
Bajamos por la ladera empinada pisando la nieve blanca. Asdis y Ragnar ya no ocultan sus sentimientos y fuera de los ojos de Otkatla se comportan como verdaderos enamorados. Un amor que ha madurado dulcemente.
Vigdis también se muestra contenta. Podrá ver a sus amigas, nuevas mercancías y caras diferentes.
Al cabo de un rato vislumbramos a medias en el horizonte el mar y un poco mas adelante las casitas típicas con sus hilos de humo y sus linternas. Mas adelante vemos los caballos, los animales y la gente que pulula.
Pasamos entre los puestos y el olor de los guisos, ligado con la bosta de animal me revuelven el estómago. La gente habla y comentan al vernos pasar pero ninguno parece prestar atención a lo evidente. Yo tampoco muestro interés.
Una risa conocida y alegre se oye a un costado.
—¡Amigos! ¡Su presencia alegra mis ojos!
Al girarme veo la cara extasiada de Birger que mira directamente a los ojos de Vigdis.
—¡El buen Birger! –saluda contento Ragnar, mientras Vigdis sonríe y se cubre el incontrolable rubor de sus mejillas con ambas manos.
—¡Han llegado en buen tiempo!. Los productos mas codiciados han sido descargados hace poco y no dudo que encontrarán maravillas.
—¡Gracias Birger! –contesta Ragnar. —Hemos venido a vender esta lana que en estas épocas es muy preciada. También cerveza de la casa de Otkatla.
—¡Oh, de seguro que sí!. ¡Ya pronto comenzarán las grandes nevadas!. Tu lana tiene fama de venir trabajada y de seguro te la compraría toda sino tuviera tanta de mis propios animales!, pero de la cerveza, ¡seguro probaré un poco!.
— ¡Me alegro de mi buena fama! –replica Ragnar. —Mi lana ya está limpia y dispuesta para enseguida comenzar a tejerla.
—¡Trabajas duro Ragnar! Que el buen Bragi te colme de sabiduría para conducir tus empresas con prosperidad.
—¡Que así sea Birger y para ti también!.
Noto como Birger dirige la mirada sutilmente hacia Vigdis y musita.
—Vigdis, hoy pareces una flor en primavera –y sin esperar respuesta agrega: —Han llegado algunas telas nuevas de otros puertos y me dispongo a hacer una pequeña selección de regalo para mi madre y mis hermanas, pero no estoy muy al corriente de las tendencias y gustos femeninos de estos tiempos. ¿Te gustaría acompañarme y guiarme en esta travesía?. De seguro no tardaremos mucho.
Vigdis da un vistazo rápido a Asdis y luego a mi. Con una inclinación de cabeza le doy mi aprobación.
— Con gusto te acompañaré Birger –responde con altura.
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La Burla de los Dioses (BORRADOR)
Historical FictionAnalíz, una morena de pelo largo y ensortijado, vive en una de las favelas mas peligrosas de Rio de Janeiro. Cada día reniega de su mala suerte al tener que vivir tanta dificultad en el lugar donde le tocó nacer. Un evento paranormal la transportar...