La Burla de los Dioses (BORRADOR)

GUNNAR

La desesperación me consumía. Fue un momento de terror que me pareció una eternidad. Sí, fue un momento nada más pero me sentía enloquecer.

Ella estaba ahí, pidiendo mi auxilio. Yo estaba tan cerca de alcanzarla y aún así estas manos de piedra no pudieron arrebatarla del abismo. Mi Engla, mi Analíz. Sí, yo vi la luz, un fuego como nunca antes había visto. Y ahí estaba ella, aferrándose y soportando estoicamente como una Valquiria. Vi sus ojos, sus labios, su pelo ondeante y un instante después desapareció ante mis ojos sin que yo hubiera podido acercarme lo suficiente para ayudarla.

Grité, me desgarré la voz gritando su nombre una y otra vez. Golpee la tierra con mi frente y con mis puños, dejé la sangre ahí donde la llama había estado. Pateé e implore a los dioses por piedad. Desesperado, abatido y totalmente fuera de mí me levante sin rumbo. la sangre salía de mis nudillos rotos. A lo lejos la voz de mis criados llamándose unos a otros con preocupación.

Subí la vista a los cielos y una gota de sudor resbaló por mi ojo. Un gemido....esa voz.

Me voltee sin apenas confiar en mis sentidos.

Englaaa  –grité al tiempo que la alcazaba con unas pocas zancadas.

Ella tosió y sonrío con los ojos entrecerrados y tratando de incorporarse.

—Estas aquí –murmuró apretándose a mí.

Yo la estreché sin cuidado ente mis brazos.

—Gunnar, llévame dentro.

Y cargándola en brazos llegamos hasta la hús.

Engla se repuso rápidamente y me contó a grandes rasgos todo lo que había pasado. Me enseñó su diente reparado y me contó sobre la extraña actitud de su madre y su regreso.

—El sol no se ha movido ni un poco desde que te fuiste –le informé.

— ¿Quieres decir que solo pasó un momento desde que me fuí y regresé?

—Sí. solo lo que toma en ir y regresar a los campos de cebada.

Engla susurró para si: —Entonces solo fueron unos minutos en este tiempo. Para mí fue casi una luna... casi un mes.

Nos miramos sin soltarnos y no dijimos más.