Es una bestia, un salvaje. Se retuerce de placer con verme sufrir. ¡Mandarme a mí a sacrificar y arreglar un cordero!. Lo ha hecho a propósito para molestarme, pero no demostraré mi debilidad. No le daré el gusto.
Me ha dejado sola con el animal aún caliente y he tenido que hacer este trabajo tan vil, tan inhumano; con mis propias manos. Estas manos que calman y curan el dolor. Sigo temblando aún. Tuve que terminar de arrancar las entrañas del cordero y amontonar sus huesos yo sola.
He vuelto a la casa manchada de sangre, con los dedos pegajosos al contacto con las vísceras; y durante toda la tarde apenas puedo pensar en otra cosa que en el olor del cordero en mis ropas y la rabia de servir la comida.
Al entrar la noche escucho el galope de su caballo. «Ha llegado el vil señor».
Entra en la estancia. Actúa como que no me ve.
— Haill –digo.
— Haill –contesta.
— ¿Hiciste lo que te pedí? –Pregunta mientras de espaldas se deshace de la capa y del gorro.
— El día es corto y no alcanzó el tiempo –respondo fingiendo desdén, mientras descuelgo mi delantal del clavo en donde guinda y examino su deterioro.
— Lo harás mañana –replica.
Se pasea por el fogón y cogiendo un cuenco grande, vacía el contenido de mi guiso. Se sienta a comer y luego de un rato me pregunta en un tono que parece una orden.
—¿Cómo te llamas?
No respondo.
— ¿No has escuchado? –dice alzando la voz y clavándome su mirada.
No puedo resistir las ganas de echarle en cara su cobardía. Debió haberse negado. Me siento en el banco y miro al fuego.
— Eres débil –le respondo en el mismo tono que él ha usado conmigo. — No tenías que haber aceptado la petición de Otkatla.
Concentrado como está en su cuenco, responde con seriedad.
— No acepté. No tuve opción.
— ¿Opción dices? –digo alzando la voz. —Aquí la única que se ha quedado sin opciones soy yo. Soy una prisionera en estee lugar y encima...
— No eres prisionera .
— Ha sido tu culpa todo esto –continúo con rabia. —Has sido tu quién comenzó la intriga, diciéndole a Otkatla que debía echarme.
— Solo previne lo que era obvio sucedería –hace una pausa y agrega: —Eres osada. ¿A caso vienes de la realeza? –pregunta irónico mientras se acerca y se agacha para quedar a mi altura. —¿Cuál es tu nombre?.
Trago saliva antes de hablar. Y con un hilo de voz respondo.
— Analíz.
Sin apartarme la mirada, posa ambas manos sobre sus rodillas.
— ¿Tienes miedo Analíz?.
Le sostengo la mirada y altiva, le respondo:
— ¿Debería?
Un sonido de caballos se oye a lo lejos. Levantándose camina dando largos pasos y enfunda su espada. Abre la puerta y ve a los jinetes que se acercan. Me escondo al fondo de la hús y escucho cuando uno de los jinetes habla. Es Carón, el hombre a quien mordí y quien me acusa de haberlo atacado sin razón.
Escucho una conversación que se entremezcla con sonidos de gargajos y maldiciones.
— No la ocultes más, Gunnar. La mujer no esta en casa de Otkatla pues llevamos días investigando. Sabemos que está aquí. Me ha perjudicado y debe compadecer ante el Althing a no ser que desees que sanjemos esta disputa aquí entre tú y yo, como en los viejos tiempos –se ríe siniestramente y luego ordena con altivez:—Entrégamela y no te verás agraviado.
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La Burla de los Dioses (BORRADOR)
Fiksi SejarahAnalíz, una morena de pelo largo y ensortijado, vive en una de las favelas mas peligrosas de Rio de Janeiro. Cada día reniega de su mala suerte al tener que vivir tanta dificultad en el lugar donde le tocó nacer. Un evento paranormal la transportar...