ANALÍZ: DERRETIR DE NIEVE

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Los rayos del sol han comenzado a cobrar fuerzas. Ya la luz del día dura un poco más que diez horas y la nieve ha empezado a derretirse. Estamos en el mes de Einmánuður. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde qué estoy aquí?. Me parece que ha sido una vida entera, pero al mismo tiempo siento que ha sido todo un abrir y cerrar de ojos.

Gunnar ha empezado las preparaciones para pronto comenzar a labrar la tierra. La herrería ha funcionado con regularidad en los meses de invierno y le acompaño a sus labores seguido, puesto que al lado de su barracón, separados por una gran ventana, ha instalado una casucha para que yo pueda atender casos dentales.

En mis tiempos de ocio me dedico a entrelazar y cocer las plumas. He creado, de a poco un magnífico tocado y ya estoy por culminar la ornamentación de mis antiguas prendas intimas. Será un traje de Samba perfecto. Casi tan bonito como aquel que habría de ponerme el día del desfile de Carnaval en el Sambódromo. ¡Que tiempos!, parece que hubiese sido otra vida. Sin embargo, ya no me quedan añoranzas. Solo recuerdos que vienen a mi mente con alegría y el sabor agridulce de lo que no fue.

Aquí en este mundo he encontrado un nuevo lugar. Me dedico a atender a los mas necesitados y aunque en muchos casos no es mucho lo que puedo hacer, pues solo cuento con mis herramientas y mis conocimientos, por lo menos me satisface poder ayudar a sanar el dolor y enseñar a los niños a un cuidado preventivo de sus dientes. Esto me reconforta enormemente. A menudo pienso el por qué he sido enviada a este lugar ¿Qué conexión puedo tener yo, una mujer moderna proveniente de un barrio en Brasil con la vida de los Vikingos en decadencia? ¿He sido enviada para ayudar en algo? Y de ser así, ¿Que puedo hacer sin cambiar la historia de este tiempo significativamente?. Estas preguntas giran en torno a mi cabeza, aún sin hallar respuesta.

Los aldeanos vienen a visitarme, pidiendo que revise sus dientes y encuentre cura a sus dolencias. Entre visitas y sanaciones, muchos parlotean sobre su vida y he podido entender que esta, es una sociedad enormemente compleja que recogió influencias culturales de todos los países que visitaron. También veo en las formas de estas gentes un modo civilizado de actuar, no como la idea que tenemos en el futuro de lo que tal vez fueron ellos.

Los hombres me cuentan orgullosos sobre sus pillajes e invasiones, pero la verdad no están muy lejos de otras sociedades o culturas de esta era; guerreros brutales, conocidos también por comerciar con esclavos, por no mostrar clemencia contra sus enemigos y por realizar sacrificios humanos. Sin embargo, lo que considero que les dio ese matiz excepcionalmente violento es que cuentan sin tapujos como solían saquear iglesias y monasterios en los tiempos antes de la guerra contra los sajones, que finalmente los dejó impedidos de seguir con sus extravagancias.

Hace poco me visitó un hombre delgado y con semblante sombrío. Tenía una mirada perdida como si no perteneciera a este mundo. Pensé que venía ebrio de hidromiel, pero al abrir la boca me percaté que no olía a alcohol alguno. Tenía las muelas gastadas al igual que muchos otros. Esto debido al consumo de comidas conservadas en suero y bebidas ácidas, aunado a la dieta alimentaria principalmente a base de granos gruesos y ásperos, pescado seco y carne ahumada igualmente de dura consistencia. Muchas de estas personas tienen los dientes llenos de cálculo y muchos, durante sus largas expediciones en la mar, han padecido la enfermedad del escorbuto que les ha dejado la boca despoblada; pero este individuo contaba con la mayoría de sus piezas y lo que me llamó la atención fue una modificación dental hecha en los dientes frontales superiores, como la que una vez estudiamos en los aborígenes extintos de América del Norte. Eran unos profundos surcos horizontales teñidos de rojo con algún tipo de tintura artificial. A este hombre le aquejaba un absceso radicular en uno de los primeros molares. Al tocarlo, debió experimentar un dolor punzante, pero sorpresivamente no emitió sonido alguno. Con presteza le realicé una incisión para drenar el pus, realizando repetidos apretones que también ocasionarían incomodidad. Luego lavé el área con una solución salina casera y perforé la pieza con un torno dental rudimentario elaborado por Gunnar según mis instrucciones. Sin hacer pausa alguna, eliminé el tejido central afectado y drené el resto del absceso. Luego, llené y sellé la cámara de la pulpa y el canal radicular de la pieza con el material del futuro que ha viajado hasta estos parajes junto a mí.

La Burla de los Dioses (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora