La Burla de los Dioses (BORRADOR)

ANALÍZ

Nunca pensé que pudiera sentir tanto, aún sabiendo que algún día he de marcharme. Jamás imaginé que este sitio me haría sentir más viva de lo que nunca estuve, que un hombre de este tiempo pudiera ganarse mi corazón; y mucho menos, mi cuerpo.

La noche pasada me he entregado a Gunnar, libre y espontáneamente, percibiendo mis cinco sentidos vibrar de placer. Fue como beber de un néctar divino que me transformó en esa Valquiria a la que tanto dice que me parezco, con la que ha soñado en el pasado y que lleva como insignia mi pelo y las facciones de mi rostro.

Ayer, sin embargo, estuve sorprendida como quien cae en una emboscada. Quedé petrificada en más de un momento cuando luchaba por adaptarme a las artes de seducción de este tiempo. Los hombres aquí lucen toscos y rudos, y lo mismo llevan a sus camas. Una vez en el lecho, los besos que me ofrecía Gunnar surgían como mordiscos y las íntimas caricias como apretones lastimeros.

Al principio, aunque dejándome llevar, no pude hacer más nada que recibirlo y acoplarme a su paso. Por momentos, me sentí como tambaleada por un huracán, pero luego, despacio y con tacto, he logrado guiarlo y mantenerlo a un ritmo mas suave y de mutua inclusión.

Es mi impresión, que las mujeres de aquí, aún no han enseñado a sus hombres que ellas son portadoras de placer; pero que también es de extrema necesidad ser recibidoras del mismo. ¿Conocerán acaso lo que es un orgasmo? ¿Invitarán a sus hombres a probar del dulce agrio entre sus piernas? ¿Utilizarán su creatividad y total desnudez para enloquecer a sus amantes, cabalgándolos como cabalgan a su corcel?

Aunque el sexo siempre ha existido, no tengo las respuestas a mis preguntas ni recursos dónde encontrarlas por ahora; pero si de otra cosa se bien, es que el arte de seducir es tan atrayente como el arte de la guerra.

Gunnar al parecer, carece del conocimiento sobre los diversos modos en que un hombre y una mujer pueden conectar sus cuerpos. Su saber es básico, aunque certero y voraz. Aún así, no me quejo de ofrecerme a zambullirlo en aguas mas profundas. Poco a poco, sin mostrar lo que sé en un puñado, sino que cada noche traiga con sigo su propio placer.