CAPÍTULO 28 - No ha sido el celo.

3.3K 310 52
                                    


Llegó el domingo por la mañana. El sonido de las llaves rebotaba haciendo eco en toda la casa. La puerta se abrió, seguida del ruido de bolsas caer en el suelo, y cajas desplazándose sobre algún mueble.

"¡Adora! ¡Ven a ayudar!"

Una chica alta, esbelta, morena de piel, con el mismo dulce tono de voz que Adora, y una sonrisa igual de amable, la llamaba. Una coleta larga, y un pasador dorado, iluminaba aquel castaño ondulado.

"Mara, querida. Déjala, estará durmiendo." - una anciana achaparrada irrumpía detrás de la más alta. Un pelo grisáceo voluminoso era lo único que se veía. Con unas gafas de culo de vaso, que dudosamente ayudaban a su visión, aumentando el tamaño de los ojos de manera exagerada, como si se tratara de dos lupas de gran potencia. Con su bastón ágilmente se hacía hueco entre las bolsas para llegar a la cocina. - "Hoy toca ¡pastel de mora!"

"¿Que la deje? ¿Y quién va a descargar el coche?" - se quejaba subiendo las escaleras hacia el cuarto de Adora. - "Pues aquí no está. ¡¡Adora!!" - seguía gritando su nombre extrañada por el silencio. Se metió en el asombrosamente no tan desordenado cuarto. Haciéndose con una camiseta que sabía que la rubia usaba de pijama, con dos dedos la alzó, soltándola rápidamente. - "Agg. Uff, ¡Qué pestazo! Ya sé dónde está."

Rauda descendió las escaleras, volviendo a pasar por la entrada, y dirigirse al sótano. Nada más abrir la puerta, un fuerte olor escapó. Como si fuera una nube de pestilencia, asqueada de sí misma de estar encerrada retroalimentándose de ese olor. Mara no tuvo más remedio que pinzarse la nariz para poder bajar.

"Adora, ¡Dios! ¿Qué te he dicho de ventilar la casa, o usar ventiladores? Te vas a asfixiar con tu propio hedor." - decía con una sonrisa pero una expresión un tanto amarga, que se le borró al ver a la rubia inmóvil sentada en un sofá, toda despeluznada, llena de sudor. Tenía los músculos tensos. Las manos protegidas con unas vendas que hacían a su vez de muñequera.

Se acercó a ella pausadamente. Se fijó en un rostro hinchado, del ejercicio suponía. No era la primera vez que la encontraba así, pero hacía mucho que la rubia no se veía tan abatida. Conociéndola, Mara intuyó todo. Cuando a Adora le entraba el celo, se encerraba en el sótano, y se limitaba a golpear un saco de boxeo que tenían allí. Mara se sentó a su lado, vio unas manos enrojecidas, muy enrojecidas a decir verdad, casi moradas. La venda se había deshecho en la parte de los nudillos, levantándole la piel, dejando unas feas marcas, tiñendo de rojo todo a su al rededor. Su cuerpo emanaba calor. Se fijó en la cara, viéndole la ceja dañada, al igual que el labio. ¿Qué había pasado?

"Ey, ¿Qué tal?" - susurró suavemente, cogiéndole una de las manos, que le temblaban por el estado en que las había dejado. - "Te voy a quitar esto, que se te van a poner los dedos morados." - Ciertamente ya lo estaban.

Adora estaba cabizbaja, mirando un punto fijo sin decir nada. Se dejaba hacer. Dando algún que otro resoplido disconforme, por el roce hacia sus doloridas manos.

"¿Qué ha pasado? Hace tiempo que no estás así." - Adora no decía nada, pero la comisura de sus labios temblaba. - "¿Y si te duchas, y vamos a comer el pastel de Razz? Hoy toca de mora, es el que mejor hace." - La rubia giraba la cara, intentando que no la viera. Como si fuera una niña pequeña que se acababa de caer, con un rasponazo en la rodilla, incapaz de levantarse, asimilando el golpe y la posible regañina por haberse caído. - "Venga, vamos." - la animaba dulcemente, mientras la intentaba levantar.

"No puedo..." - gruñía poniendo expresión de dolor, volviendo a su posición inicial. Mara meditó un poco, la volvió a analizar de arriba a abajo, no le gustaba lo que veía. Adora estaba hecha polvo.

TE DESEO (Omegaverse) (CATRADORA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora